Se dice que somos la generación que verá morir a todos nuestros ídolos. Es posible que así sea, porque el Hard Rock / Heavy Metal carece de la regeneración necesaria para que surjan nuevos músicos que puedan ocupar ese lugar en el Olimpo que tienen los grandes de verdad.
Este mes nos ha dejado uno de los más grandes, Eddie Van Halen, tras una década luchando contra el cáncer. El pequeño de los hermanos Van Halen no sólo fue un extraordinario guitarrista, sino que cambió la forma de entender su instrumento. Al igual que hicieron Jimi Hendrix o Richie Blackmore antes que él, la incursión de Eddie Van Halen en el mundo de la música abrió la puerta a un nuevo estilo de entender y tocar la guitarra, un nuevo camino que después han transitado miles de guitarristas siguiendo sus pasos.
Ese es el verdadero y más importante legado que nos ha dejado Eddie Van Halen. Además, su imagen jovial con su eterna sonrisa aumentaba esa sensación de que iba a estar con nosotros siempre. Nadie hubiera podido imaginar que nos dejaría antes que Ozzy Osbourne o Keith Richards, por muchos intentos que hagan estos últimos por boicotear su propia existencia.
El talento portentoso y la técnica majestuosa de Eddie Van Halen no fueron sus únicas aportaciones al mundo del rock. Además de la incorporación del tapping como recurso espectacular y su forma de tocar partes muy complicadas haciéndolas parecer sencillas, consiguió que el siempre endogámico mundo del Rock se abriera a otros estilos, demostrando que no debemos estar enfrentados a otras formas de expresar el talento musical. Su aportación en el “Beat It” de Michael Jackson abrió los ojos a otro tipo de público, un camino que después han seguido otros grandes guitarristas. También fue capaz de dotar a algunas de sus canciones un componente mainstream que traspasara todos los géneros. En este sentido, “Jump” es un himno cuya verdadera importancia radica en el calado conseguido a nivel masivo, independiente del estilo preferido por cada cual.
Estamos viendo desaparecer a nuestros ídolos, sí. Uno tras otro, cada año vemos morir a músicos inmortales, valga la contradicción. Es ley de vida, sobre todo cuando vemos la edad de aquellos que nos dejan. En un fácil ejercicio comparativo, tomando como referencia la eterna canción “Concierto para ellos” de Barón Rojo, la media de edad en que murieron “Janis, Lennon, Allman, Hendrix, Bolan, Bonhan, Brian y Moon” es de 29 años. Si incluimos a Bon Scott, también presente en la letra de la canción, esa media sube hasta los 30 años. Evidentemente, todas fueron muertes prematuras, (alcohol, drogas, accidentes, asesinatos…)
Hagamos ese ejercicio ahora con grandes músicos que nos han dejado en los últimos años. Pensad en Ronnie James Dio, Gary Moore, Jon Lord, Lemmy, Malcolm Young, Pat Torpey, Neil Peart, Frankie Banali y, ahora, Eddie Van Halen. La media de edad de sus muertes se sitúa en 66 años.
Voluntariamente he dejado fuera a leyendas como Chuck Berry o B.B. King, ambos fallecidos a los 90 años, por no ser ventajista y no estar incluidos estrictamente en el mundo del Hard Rock / Heavy Metal.
Ahora pensad en un músico actual de menos de 30 años que pueda ocupar el lugar de estas leyendas ya desaparecidas. Como decía Bob Dylan (que ya tiene 79 años), la respuesta está soplando en el viento.
Estamos viviendo los últimos coletazos del tipo de música que amamos, al menos en su máxima expresión. Cuando yo me acerqué al rock, era un tipo de música asociado a la juventud. La realidad es que en el siglo XXI, la mayoría de los jóvenes sigue otros estilos muy diferentes, salvo honrosas excepciones.
Es seguro que dentro de 10 años la lista de los que nos han dejado será mucho más amplia y el vacío en el Olimpo del Rock, mucho mayor. Aprovechemos lo que nos queda de ello, dejemos de protestar por giras de grupos históricos y agradezcamos que sigan subiendo a un escenario en vez de estar jugando a la petanca o disfrutando de los nietos. Y si no te apetece y prefieres ver grupos más jóvenes, perfecto. Una cosa no es excluyente de la otra. Se puede disfrutar de las leyendas y también apoyar los nuevos grupos, y viceversa. Lo importante es poder ver Rock en directo, algo que con la pandemia parece que vamos a estar mucho tiempo sin poder disfrutar.
Ya va quedando menos para perder de vista este infame 2020 que se está llevando por delante vidas, ilusiones, esperanzas y modos de vida. Desde aquí os deseo que lo superéis de la mejor forma posible, seais felices y disfrutéis cada día. Es un año para sobrevivirlo y esperar tiempos mejores. Seguro que tarde o temprano llegarán.
Santi Fernández “Shan Tee”