Hace sólo un mes, en este mismo editorial, apenas me atreví a vislumbrar lo que el Coronavirus nos iba a traer. Empezaban las primeras cancelaciones de conciertos, vistas con resquemor por algunos sectores, y a mi se me habían encendido las luces de alarma.
Un mes después me presento ante vosotros, queridos lectores, con la constatación de que la pandemia nos ha explotado en la cara como ninguno hubiéramos imaginado. Un país paralizado, miles de muertos y decenas de miles de afectados, solo en España, nos sitúan en una situación límite.
La situación del país la conoceréis igual o mejor que yo, así que permitidme que me dirija a vosotros desde un plano estrictamente personal:
Escribo este editorial desde una habitación en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, de Madrid, donde estoy ingresado por una doble neumonía provocada por el Coronavirus. Esto quiere decir que, a dia de hoy, mi situación está controlada y mi vida ya no corre peligro. Hace sólo una semana no hubiera podido asegurarlo.
Desde mi posición, he observado cómo el mundo se ha ralentizado. Y cómo mi mundo, el Mundo del Rock, ha salido en mi ayuda.
Con esto no me refiero a las decenas de conciertos y actuaciones on line con que los músicos han querido llenar el tiempo de quienes se quedan en casa (que deberían ser la mayoría), sino a que, en mi internamiento hospitalario, he sentido muy de cerca la presencia de la gente del rock, cuando más falta me hacía. Desde verdaderos amigos que siempre han estado a mi lado a otros con los que tenía poco o nulo contacto, se han molestado en mandarme ánimos y preocuparse por mi situación. A todos y cada uno de ellos les estaré eternamente agradecido.
Esto pasará. Y retomaremos nuestras vidas. Espero que la pandemia deje las menores víctimas posibles y que acabe cuanto antes. Lo que sí sé es que estos meses me dejarán una huella de por vida. Una huella de agradecimiento.
El mundo del rock, a veces tan denostado y desunido, me ha demostrado que cuando hay que levantar a uno de los suyos, no le dejan solo. No me habéis dejado solo.
No lo olvidaré jamás. Sólo por esto ya vale la pena celebrar con orgullo los 20 años de The Sentinel en la red. Por todos vosotros.
MUCHAS GRACIAS
Santi Fernández “Shan Tee”