No. A pesar del título del editorial de este mes, no voy a hablar de fútbol. No está mi Atleti como para que me apetezca hablar de balompié, precisamente.
Voy a hablar del verdadero deporte nacional: La envidia. Ese defecto tan común entre los españoles y del que cada día tenemos más ejemplos vergonzantes. Este país tiene muchas virtudes, pero también algunos grandes defectos como esta afición a atacar a quien logra destacar.
Por supuesto, esto ocurre en todos los ámbitos. Da igual que quien triunfe a nivel mundial se dedique al deporte (Pau Gasol, Fernando Alonso, Rafa Nadal…), al cine (Antonio Banderas, Penélope Cruz, Pedro Almodóvar…) o a cualquier otra actividad, siempre habrá gente deseando buscar defectos (reales o inventados) con los que atacarles, en vez de valorar sus logros.
Evidentemente, el mundo de la música no está libre de este deporte nacional. Son muchos los casos de grupos a los que afortunadamente les ha llegado el éxito y, de forma inmediata, lo menos que se les ha llamado ha sido “vendidos” o “comerciales”. Incluso seguidores de grupos han renegado de sus bandas de cabecera porque ahora le gustan a todo el mundo, como si salir del underground fuera un delito.
Un caso me ha llamado la atención recientemente. Una artista española ha recibido un Grammy, el premio más prestigioso de la música a nivel mundial, que entrega cada año la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos y que es un espaldarazo a los artistas que son distinguidos con este premio.
Este año, una de las ganadoras ha sido Rosalía, en la categoría “Mejor álbum de rock, urbano o alternativo latino” por su disco “El mal querer”, premio que se suma a los cuatro Grammy Latinos (versión reducida para el público latinoamericano) que ya había recibido por el mismo disco.
Sinceramente, la música de Rosalía no me llega. No es por nada en especial, simplemente la mezcla de flamenco, pop y trap que hace la barcelonesa está muy lejos de mis gustos personales. Esto quiere decir que es altamente improbable que yo me compre un disco suyo o vaya a uno de sus conciertos. Pero, sin embargo, esta circunstancia no me impide respetarla como artista, igual que respeto a otros artistas que practican estilos que no están entre mis gustos, como Raphael, Camarón, Placido Domingo o El Barrio, por poner algunos ejemplos.
Lo que me llama la atención es la inquina con que muchos de los nuestros, la gente del rock, ha recibido la noticia del premio Grammy a Rosalía. Y dado que, independientemente del estilo que practica, a la barcelonesa no se le puede negar el talento, los ataques han venido por la denominación de la categoría en la que ha triunfado: “Mejor álbum de rock, urbano o alternativo latino”.
Muchos han leído rápidamente las palabras “rock” y “urbano” y se han acordado de Leño. O de Topo y Asfalto. O de cualquier otro grupo de nuestro “rock urbano”, un estilo de mucho calado en España pero totalmente desconocido fuera de nuestras fronteras. En el exterior (América y resto de Europa), e incluso entre los españoles menores de 30 años, la música urbana tiene poco que ver con el rock y mucho con el rap, reggaetón, trap y resto de corrientes musicales que han tomado las calles desde que el rock, para nuestra desgracia, dejó de ser la música de la juventud contestataria y rebelde.
No. Rosalía no ha recibido un premio por hacer “rock urbano”. La categoría “Mejor álbum de rock, urbano o alternativo latino” es un cajón de sastre donde caben discos de cierto tipo de rock latino, música urbana y música alternativa latina. Es casi como decir que está abierta a quien no encaje en las otras categorías de los Grammy, más claramente definidas. Y en esto, han decidido premiar a una artista española que lleva varios años triunfando en el mercado internacional.
Yo estoy educado en la cultura de que hay que alegrarse del bien ajeno. Por eso, aunque la música de Rosalía no me llame la atención, me alegro de su éxito dentro y fuera de nuestras fronteras.
Ojalá el próximo año un grupo de rock español saque la cabeza en el mercado internacional. Y que le lluevan los premios igual que le están lloviendo ahora a Rosalía. Os puedo asegurar que yo me alegraría. Y también estoy seguro de que muchos de los que ahora hablan maravillas de ese hipotético grupo, llegado el momento les volverían la cara acusándoles de “vendidos” y “comerciales”. Sin duda.
Ah, para terminar: soy consciente de que este editorial debería ir acompañado de una foto de Rosalía. Pero esto es una web de rock, así que mejor poner una de Leño, ¿no os parece?
Santi Fernández “Shan Tee”