Editorial Enero 2020 “Pedro Giner”

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La historia del rock está salpicada de grandes personajes que han sido cruciales, marcando el camino a los que hemos venido después y sentando las bases de la música que amamos. Por supuesto, todos tenemos en mente los músicos míticos que han creado ese puñado de canciones y discos inmortales que han forjado la banda sonora de nuestra vida, pero la escena del rock tiene, además de los músicos, algunos nombres importantes que han sido vitales. Desde managers que lo dieron todo en pos de sus grupos (los fallecidos Javier Gálvez y Jesús Caja son los mejores ejemplos) a periodistas que consiguieron engrandecer el movimiento y llevarlo al dominio público, salvando los prejuicios y las barreras que siempre nos han intentado poner desde el exterior.

En el plano estrictamente periodístico, nombres como Vicente “Mariskal” Romero, Luis Carlos Buraya, Paco Pérez Bryan, Mariano García o Juan Pablo Ordúñez “El Pirata”, por nombrar algunos, fueron imprescindibles para acercar la música y los grupos al público, en unos tiempos en los que las revistas y programas de radio eran los únicos canales de comunicación disponibles, mucho antes de la llegada de internet.

A esta pequeña lista de nombres habría que añadir, sin duda, a Pedro Giner. Su labor en la prensa escrita ha sido inestimable y muy importante, ganándose el respeto de músicos y público en la época de mayor esplendor del rock. Su talento le llevó a escribir de hard rock y heavy metal en El País, el periódico de información general de mayor tirada en España. Junto con Luis Carlos Buraya, que hacía lo propio en el diario Ya (desaparecido en 1996), fueron los únicos que consiguieron un hueco en medios no especializados de primer nivel y de alcance masivo. Además, Pedro Giner también fue uno de los mayores responsables de la revista Heavy Rock en sus mejores años, la mayor fuente de información musical rockera de la época. También escribió en otras revistas especializadas como Popular1, Metal Hammer o Full Metal, de la que fue fundador.

Por si fuera poco, Pedro Giner también es autor de varios libros, entre los que destacan las biografías de Ñu (“20 años de resistencia”) y Rosendo (“Rock en las tripas”), más una impresionante “Guía del Rock Duro”, un compendio de todos los grupos existentes hasta la fecha y que es un documento de consulta de una valía incalculable.

La llegada de internet coincidió con su paulatino alejamiento de la actividad. Aun así, The Sentinel tiene el honor de haber publicado sus últimos artículos, antes del cese final de su labor periodística.

Pedro Giner siempre fue fiel a sus principios, siempre mantuvo firme su opinión y nunca cedió a presiones ni intentos de moldear sus comentarios para beneficio de otros, todo un ejemplo de integridad. A veces, esta firmeza en decir lo que pensaba le trajo algunos disgustos y preocupaciones, tanto de una sociedad que nunca ha visto con buenos ojos al mundo del rock como por los “talibanes” que tenemos entre nosotros, que no perdonan que alguien exprese una opinión diferente a la propia. Es uno de nuestros mayores defectos, tenemos que asumirlo. El mejor ejemplo fue una crítica negativa que vertió sobre Metallica, tras la que recibió varias amenazas de muerte que Pedro guarda como recuerdo.

Los azares de la vida permitieron que su camino y el mío se cruzaran hace muchos años. Enseguida descubrí en él a la misma persona íntegra que conocía como periodista. Pronto intimamos y tuvimos muchas charlas de música, de fútbol y de la vida en general. También conocí a buena parte de su familia, con la que también congenié fácilmente.

Fueron años en los que aprendí mucho de uno de los mejores. Gracias a Pedro Giner aprendí a amar la labor periodística en el rock y también a odiar la parte del negocio. Conocí los entresijos del mundillo que tanto daño le hicieron y me ayudaron a protegerme contra ellos cuando yo di el paso para hablar de música en un medio público como este.

Era mi referente y se convirtió en mi amigo. Periodísticamente me daba mil vueltas, pero me quedaba el consuelo de que yo jugaba al fútbol mejor que él. Quien no se conforma es porque no quiere.

También fui testigo cercano de cómo fue cayendo en la enfermedad que terminó por retirarle de la actividad. De cómo el desánimo le quitaba fuerzas y los sinsabores de este mundo ingrato le quitaban las ganas de seguir en la brecha. Cuando la enfermedad fue ganando terreno intenté ayudarle en lo anímico, aunque no fue fácil. Ahí descubrí la gran familia que Pedro tiene alrededor y la preocupación con la que le arropaban, empezando por su hermano Fernando, siempre a su lado en todo momento, y continuando con el resto de hermanos y sobrinos. Una familia de la que sentirse orgulloso.

Hace pocos días, Fernando me envió una foto en la que ambos posaban con un ejemplar del libro “Unas baquetas contarán mi historia” del que os he hablado en anteriores editoriales. Una biografía de José Martos que ha supuesto mi debut como autor literario. La emoción que sentí al ver a Pedro con el libro es indescriptible. Es un círculo que se cierra, ahora soy yo el que está en plena actividad y él quien ve los toros desde la barrera, ya totalmente retirado. Colgué esa foto en Facebook y fueron muchos los comentarios de bonito recuerdo hacia su persona que demostraban la huella que Pedro Giner ha dejado en todos los rockeros de la época.

Por eso quería dedicarle este editorial. Porque los homenajes hay que hacerlos en vida y porque yo (y sé que muchos más), siempre le estaré agradecido. El rock no habría sido lo mismo sin él. Y quizás yo tampoco.

Santi Fernández “Shan Tee”