Editorial Julio 2019 “Espíritu crítico”

¡ Comparte esta noticia !

Hace pocas semanas tuve una interesante conversación con un músico histórico del rock español, que tras toda una vida en grupos de renombre (unos más que otros, bien es cierto), se entretiene ahora en una banda de versiones. Tras su concierto me hacía una curiosa reflexión: “Cuando el espectador escucha una versión, sólo el 50% de su cerebro procesa lo que le llega por los oídos. La otra mitad está escuchando la versión original que tiene almacenada en su memoria”.

Llevo pensando en esa teoría desde entonces. Eso explicaría, en parte, el auge de los grupos de versiones, que llenan con nostalgia el hueco que debería estar ocupado por la curiosidad del espectador. Si bien es un arma de doble filo, porque un cover difícilmente llegará al nivel de la versión original, cada tema clásico trae consigo las sensaciones que nos acompañan desde que lo incorporamos a nuestra vida, habitualmente en unos tiempos mejores (o al menos, cuando éramos más jóvenes y lozanos).

Esta teoría se podría extrapolar a lo que sentimos cuando hoy vemos a los músicos que hemos admirado toda nuestra vida. Miramos al escenario y seguimos viendo a aquellos que nos hicieron amar el rock, por ello les perdonamos que estén fuera de forma y que la edad les haya hecho perder voz, destreza o presencia en el escenario. Esos músicos que hemos admirado durante toda nuestra vida son ahora sexagenarios que, salvo excepciones, están lejos de su mejor forma.

No me malinterpretéis. Yo soy el primero que disfruta viendo de nuevo a grandes leyendas del rock, tanto nacionales como extranjeras, llevando hoy día al directo los grandes clásicos que me han acompañado toda mi vida. Pero no podemos permitir que los árboles nos impidan ver el bosque. Nunca debemos perder nuestro espíritu crítico y darnos cuenta de que, por mucho nuestros héroes sean inmortales para nosotros, la edad no perdona y hay quien lo lleva mejor o peor.

Como muestra valga un botón: Recientemente hemos tenido la oportunidad de recibir en un festival nacional a la actual formación de Rainbow. Uno de los grupos de mi vida, sin duda, a los que tuve la fortuna de ver en directo a finales de 1982, en la gira de “Straight Between The Eyes”. Cualquier parecido con la realidad no es casualidad, pero le falta poco. No debería extrañarnos que Richie Blackmore se acompañe ahora de músicos diferentes, una constante en toda su carrera, sino que haya decidido en este momento, a sus 74 años y con una artrosis galopante, intentar rememorar el repertorio mágico que le hizo eterno. En realidad, la espectacular voz de “nuestro” Ronnie Romero es la única muestra de calidad que ofrecen los Rainbow de 2019.

Espíritu crítico. Sin él, estamos condenados a escuchar comentarios como “pues Richie Blackmore está de puta madre”, como escuché a un conocido. Y puede que sea así si sumamos la ceguera (o sordera) provocada por una nostalgia desmedida a que, seguramente, cuantas más cervezas llevaba encima el espectador en cuestión, mejor parecía que tocaba Blackmore.

Este ejemplo se podría extender a muchos otros, nacionales y extranjeros, grupos que deberían comprender que les ha llegado la hora del adiós. Sin embargo, otros músicos coetáneos mantienen la energía, la magia y la vitalidad a pesar de los años. ¿El secreto? Si lo supiera me lo aplicaría, pero no es el caso.

Sólo me queda ese espíritu crítico al que apelo para separar el grano de la paja, disfrutar con las leyendas que aún me aportan magia en forma de música, pero no dar por buena cualquier oferta, por mucho que en su día contribuyeran decisivamente a que hoy ame el rock.

Santi Fernández “Shan Tee”