SVUCO “El gran mito de SanSaru” (2018)

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Buf… Difícil. Si algo temo a la hora de encarar un disco a reseñar, mucho más que no me guste (que es algo que no me asusta, aunque obviamente prefiero disfrutarlo enormemente) lo que temo es tener la sensación de no entenderlo. Hay propuestas de caballo, sota y rey, con poco riesgo o experimentación, que siguen unos cánones más o menos preestablecidos y que representan unas obras predecibles según los cánones que la experiencia ha ido dibujando sobre la mentalidad de cada uno. Es como los rasgos culturales de una sociedad: Hay hábitos culturales que a ojos de nuestra sociedad son perfectamente asumibles y practicados que, sin embargo, pueden resultar chocantes para culturas ajenas a la nuestra. Esas prácticas no son necesariamente mejores o perores que las propias, todo depende del cristal con que se mire. Esto es, la cultura heredada en la que nos desarrollamos desde la infancia y la que adquirimos a lo largo de nuestra existencia, dando lugar a una escala de valores propia, donde lo que es bueno o malo, correcto o incorrecto, admisible o no, se va desarrollando a lo largo de la vida y cambiando constantemente, normalmente de manera tan sutil que ni siquiera nos damos cuenta. Es solo cuando echamos la vista atrás cuando nos damos cuenta de que “no somos los mismos” hoy que hace veinte años y que, por tanto, en veinte años más, el cristal con que interpretamos nuestra realidad y procuramos acomodarnos a ella, habrá incorporado nuevos matices.

Con la música, culturalmente, sucede lo mismo. Músicas que hace veinte años podían gustarme debido a la acumulación de experiencias vividas hasta ese momento, no tienen por qué producirme las mismas sensaciones hoy. Lo mismo sucede a la inversa cuando escucho con los oídos de hoy cosas que disfruto enormemente y que sé que hace diez, veinte o treinta años, me habrían parecido aburridas, “malas” o incomprensibles. Esas expresiones culturales, de hoy o de hace décadas, no han cambiado, ahí están grabadas para quien quiera escucharlas. Quien ha ido cambiando un poco día a día soy yo. Por lo tanto, el disco X que contiene una música Y, no es mejor o peor hoy que ayer, sino que mi cristal ha ido poniendo y quitando matices.

Lo mismo tiene que haber pasado con los componentes de Svuco. Desconozco la edad y la trayectoria vital y musical (cultural) de sus miembros, pero siendo este su primer LP (tras dos EP anteriores), estoy prácticamente seguro de que veinte años atrás no habrían firmado un disco con las características musicales que tiene “El gran mito de SanSaru”. Su evolución musical solamente la conocen ellos pero es, sin duda, su afán de experimentar y descubrir lo que les lleva a componer un disco con estas características.

Y es que este disco es un experimento, al menos desde mi experiencia. Veía el otro día un reportaje sobre el genial ajedrecista estadounidense Bobby Fischer quien, además de ser un icono “yankee” por sus partidas contra los soviéticos en plena Guerra Fría, revolucionó el deporte del ajedrez por su concepción misma del juego, con su estilo aparentemente anárquico y caótico que revolucionó este milenario juego. A pesar de su descomunal destreza, en aquellos tiempos recibió críticas de parte de algunos puristas que consideraban que aquello “no era jugar al ajedrez” pero, al fin y al cabo, era un genio y así lo demostró ganando sobre el tablero. Hoy, aunque no hay unanimidad, muchos lo consideran el mejor ajedrecista de todos los tiempos o, al menos, de la segunda mitad del siglo XX. Para quienes criticaban a Fischer, desde la perspectiva del tiempo, podemos afirmar que su proceder provocó un choque cultural en el ajedrez que muchos no supieron apreciar, pero hoy, y más allá de los gustos personales y estilísticos que cualquier aficionado al ajedrez pueda tener, nadie duda del enorme talento que atesoró Fischer y de lo revolucionario que fue en su momento.

Siguiendo con el paralelismo, tal vez yo aún no esté preparado para saber ver si Svuco, además de dar unas cuantas vueltas de tuerca al concepto Rock, son unos genios que han parido una maravilla que el tiempo sabrá valorar o (y no es un deseo) una mediocre paja mental. Os invito a que lo escuchéis, con los oídos abiertos y la mente despejada. Preparaos para un viaje a sonoridades muy pesadas, con graves omnipresentes, fundamentalmente instrumental y que, lo peor que os puede pasar, es que os deje indiferente. No ha sido mi caso. El mío ha sido más bien el “descoloque”. Tal vez sepáis encontrar genialidades que yo no he sabido ver. Tal vez, insisto, porque mi momento sea otro. Guardaré “El gran mito de SanSaru” en mi discoteca y quién sabe si, en caso de recuperar este CD dentro de un año, diez o veinte, los matices que se hayan ido añadiendo a mis “gafas de escuchar música” me dan esa sensación de regalo, de tener un tesoro en mi colección de discos.

Jebimetal