Festival «METAL CHRISTMAS 2002»: DARK MOOR + WARCRY + JORGE SALÁN – Viernes 27 de diciembre de 2002, Sala Divino Aqualung (Madrid)

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Como regalo de Navidad la gente de «Tape Rock Productions» organizaba este concierto, y si en una de mis anteriores crónicas comentaba la poca ayuda que recibe la página por parte de discográficas y organizadores de conciertos, esta vez tenemos que dar las gracias de que «Tape Rock» se pusiera en contacto con nosotros y nos acreditara para el evento. Todo un detalle por su parte y eternamente agradecidos que estamos.

 

En la introducción que se utilizó hubo un pequeño trozo del «Tiempos nuevos, tiempos salvajes» (Los Ilegales) y sonidos de gaita, entre otros. El quinteto encabezado por el joven y virtuoso guitarrista (con gafas de sol) arrancó con «Running Free» (tema que además de aparecer en el reciente «The utopian sea of clouds» ya formaba parte de su segunda maqueta, gracias a la cual mucha gente se fijara en él). Algunos molestos acoples en mitad de la pieza. Continuaron calentando dedos sin descanso con la famosa «sonando»: «Driving Through The Tunnel», con duelo de teclas y guitarra. Jorge gritaba: «¡Vamos!», se le veía muy animado y alegre. Esta era la tercera ocasión que lo veía en directo y la vez que más suelto lo vi y eso que era la vez que más gente tenía delante. El seis cuerdas cada vez va a más.

Un pequeño juego improvisado entre ritmo de batería y gritos del público siguiendo los golpes, para que a Salán le pusieran un micrófono para presentar a sus compañeros: Su profesor Pablo Ortiz a la guitarra, Juan Méndez a las teclas, el bajista Albert Anguela (compañero en Berklee College of Music de Boston), a la batería Echeday Molina y él se presento como «Chenoa».

Sale el gaitero Fernando Pindy, animando y haciendo junto al grupo «Green Fields», al principio no se oía el instrumento de viento, menos mal que pronto se solucionó el problema. Queda de maravilla la fusión de la música y la gaita en la canción, dedicada a Galicia. Poco espabilados estaban los roadies con el micrófono.

Con Jorge Salán ya sin gafas de sol interpretan la versión «For The Love Of God» (Steve Vai, una de su mayores influencias). La gente vitorea diciendo repetidas veces el nombre del madrileño.

Turno de otro invitado que ha participado en el disco, el vocalista alemán Tony Guerrero, para hacer el pegadizo «One Way». El cantante de voz rasgada fue pura energía, saltando por todos lados, tirándose al suelo e incluso pegándose una voltereta, lanzando sus gafas al público y dirigiendo el micrófono a la concurrencia para que cantaran. Albert hacía los coros.

Nos anuncia el último tema y ante la respuesta negativa de la gente nos dice que se lo digamos a Manzano (el alcalde) que ordena que las salas se cierren a las 23:30. El bajista se coloca un gorro navideño.

Pequeño solo de teclado al que le sigue un tema muy bueno tocado sin la presencia de Jorge, con sonidos funkies. Luego se incorpora Salán (que había cambiado de guitarra) y realiza un duelo con Pablo. Gran ovación al final de la actuación.

P.D.: Recuerdos a los abuelos de Jorge, servidor estuvo al lado de ellos durante el concierto y me parecieron una señora y señor muy agradables y simpáticos. Al igual que la madre, que fue a recogerlos tras la actuación.

Tras la edición en el presente año de dos discos (algo nada habitual hoy en día en el panorama musical y menos en España), les llega el turno a los asturianos de dar la talla en directo. Era la segunda vez que se presentaban ante público (la primera, hace unas semanas en su tierra) en esta nueva etapa (no olvidemos que el grupo estuvo en activo desde 1992-1994, tras ese periodo Víctor entra como guitarrista en Avalanch, llegando a grabar una maqueta, pero en 1.995 lo largan y vuelve a reformar Warcry 1996-1998, grabando una maqueta «Demon ´97». Retorno con Avalanch, 1998-2002, como vocalista, grabando dos discos en estudio y un directo).

Durante la intro de su primera obra iban saliendo al escenario, primero el batería, luego teclista, cuerdas y por último el vocalista (al fondo un telón con el logo del grupo). Al igual que en la grabación, «WarCry», le sucede «Luz del norte». El sonido era horrible, las guitarras no se oían, el bajo sonando a cascajo, la batería fatal. Menos mal que el solo de guitarra de Fernando Mon (llegó a formar parte de Avalanch como teclista, 1994-1996) se percibe medio en condiciones. Víctor con sus poses y la gente cantando desde el primer momento. Sin descanso, turno del reciente disco, «El sello de los tiempos», con «Alejandro». El efecto de humo que emplearon no dejaba ver ni la batería. El cantante muy forzado en esta «copla» y el solo del guitarrista Pablo García (además de formar en bandas de su zona, estuvo con el grupo en la etapa 1997-1998) se oye fatal. El público con cánticos apoyando y al final grito ahogado del vocalista.

«Buenas noches, hermanos» y presenta lo que seguía, «Por mi libertad» (Avalanch, «Llanto de un héroe», 1999). El comienzo sin Víctor, que había desaparecido momentáneamente, pero sale al instante. Los guitarristas se juntaban para hacer los solos. Mucho alboroto entre el público, cantando hasta la extenuación. Aquí el cantante si da la talla, con un buen berrido final. La peña grita su nombre una y otra vez.

Discursillo a lo «True Metal Warrior» antes de «Pueblo maldito». Iniciando el tema cantando sin la banda, a pelo. Aquí noté una mínima mejoría de sonido, pero poca cosa. Volviendo el voceras a irse y aparecer de nuevo. En uno de los movimientos casi chocan el bajista Álvaro Jardón (con el grupo estuvo en 1997-1998 y en Darna, 1999-2002) y el pequeño vocalista. Al final cantaba más la concurrencia que Víctor.

El de los rizos se sienta en la tarima de la batería (con los bombos adornados por la portada del último álbum) y acompañado sólo por las teclas de Manuel Ramil (ex-Torquemada, Fake Intermission y colaborador con Thánatos y Trashnos) interpreta la balada «Nana», con gran parte de la sala acompañándole. Cánticos y brazos alzados.

Ya con la banda de vuelta empieza a sonar el teclado dando inicio a la genial «Torquemada», de nuevo un tema del primer trabajo de García con Avalanch y tercero del batería Alberto Ardines (que curiosamente era el único miembro del principio que quedaba en la banda astur, pero que el guitarrista Alberto Rionda despachó junto con el vocalista). Sonido poco contundente de los parches y a Víctor le costaba llegar. El sonido volvió a fastidiar.

Ritmo «trotón» con uno de los mejores temas (hay pocos donde elegir) de sus dos obras, «Señor», basada en la historia de Sansón. El nacido en Australia de rodillas cantando.

Otra pieza de su primer disco con «El trono del Metal», aunque de la letra (como la mayoría) …ejem, mejor no hablar. Previamente diciéndonos que tenemos que pelear, pero de manera civilizada. Uniéndose el frotman primero a Fernando y luego con Pablo. Con gritillo final no muy logrado.

«Todo es más fácil con vosotros. Gracias en nombre de Warcry», para pasar al segundo y último tema que realizaron esa noche de «El sello de los tiempos», «Capitán Lawrence». La gente se lo seguía pasando genial cantando, haciendo que Víctor dijera: «¡Muy bien!».

Presentación del grupo: Alberto Ardines, Manuel Ramil, Álvaro Jardón, Fernando Mon y Pablo García y él mismo. Repaso de nuevo al disco de 1999 de Avalanch, con «Aquí estaré». Al principio cantando sentado en uno de los «chivatos» y después jugueteando con el bajista. Cánticos al final de la gente y el berrido acabando quedó muy de «grajo».

Se marchan pero al minuto vuelven y agradecen a la organización el poder tocar una más. Despidiéndose con «Hoy gano yo». Con todo el grupo despidiéndose y agradeciendo el apoyo la gente canta el principio / estribillo de «Tú mismo».

Para mi el grupo no cumplió con las expectativas creadas, vale, que el sonido les aguó la fiesta bastante, pero es que la mayoría de las composiciones no me dicen nada, con ritmos más que manidos y llegan a cargar en directo. A Víctor García no se le puede negar su carisma y ganas que le pone, pero como cantante en directo no me termina de convencer. Lanzo al aire una pregunta, esperando el nuevo disco de Alberto Rionda y los suyos, y con la formación de Ardines y Víctor, ¿hemos ganado dos bandas o hemos perdido una qué prometía bastante?, con el paso del tiempo lo sabremos.

Iba a ser la primera vez que le prestaba la debida atención al grupo (en el penúltimo «ViñaRock» llegué cuando estaban acabando y en el «Rock Machina» de este año me dediqué a descansar durante su actuación). Es cierto que hay mucha saturación de grupos en el estilo que practican, pero tras su accidentada descarga me convencieron en vivo, a pesar de que en disco, salvo algunas piezas, no me transmiten gran cosa, se me hacen pesados.

El escenario lo adornaron con un telón al fondo con el logo del grupo, dos paneles a los lados de la batería con las iniciales del grupo y un candelabro con seis velas cerca de las teclas de Isabel (habiendo colaborado con Is Pain y formado en Rosa Rosae. Entró a sustituir a Roberto Peña en el festival «Rock Machina»).

Comenzando con la grabación de una intro, la última en salir a escena fue Elisa para empezar en serio con «A New World» («The gates of oblivion», 2002), con sonido «helloweeniano». La cantante animando y hasta danzando durante un momento con su capa. El guitarrista Albert Maroto y el bajista Anan Kaddouri botando, los coros corrían a cargo de los seis cuerdas. Sonido un poco caótico, con acoples, cosa que mejoró al ir avanzando el concierto.

«¡Elisa, Elisa..!», gritaba la gente. Nos decía que este concierto lo habían preparado especialmente (lamentablemente no les salió como tenían preparado, como más delante se comenta). Con dedicatoria a todas las mujeres en «Maid Of Orleans» («The halls of the olden dreams»2.000), con «ametrallamiento» final de Albert y Anan, junto a Elisa (ya sin la capa) dirigido al público. Enlazan un pequeño solo de guitarra de Enrik García a «Quest For The Eternal» (también del disco del 2000). Juntándose la vocalista al guitarrista del pelo corto y nombrándolo, Albert. Después nombró al batería, Jorge Saez y lo dejan realizando un pequeño solo.

La siguiente canción comenta que es acorde a lo que pasa en Galicia, «Nevermore». Al principio apenas se perciben los coros, consiguiendo mejor sonido al momento. Durante el tapping de Enrik, Elisa lo nombraba. La vocalista, especialmente en esta pieza muestra fiereza, con grito salvaje hacia el final.

Anuncia que la siguiente es un tema de «The halls of the golden dreams» que nunca habían tocado en directo, ¿fue «Mortal Sin»?, con comienzo suave y conforme avanza el desarrollo del tema ganar en fuerza.

La dama llama la atención a los periodistas para que tomen buen nota del tema siguiente, ya que siempre se equivocan al escribir las instrumentales de música clásica que hacen, «Tormenta de verano» de Vivaldi. Adaptación colosal, con los tres cuerdas en el centro y los guitarristas punteando a la vez.

En la operística «Dies Irae (Amadeus)», con coros pregrabados al comienzo, me quedé sorprendido por la perfección de todo el grupo, especialmente con las grandes dotes de la vocalista y el apoyo a los coros de Enrik y Albert. Sonido perfecto.

Repaso de nuevo al anterior larga duración con «Beyond The Fire», con el público cantando el estribillo. Retirándose cerca de las 23 h. ¿ya, tan pronto?. El parón era para preparar lo que venía a continuación…

…aparece Elisa con una capa de bruja y portando una calabaza iluminada en su interior (que al instante lanzaría a las primeras filas), con el sonido de «Initiation» por Isabel, y como en el «Keeper of the seven keys» (Part.I) (Helloween) continúan con «I´m Alive» (con cambio de guitarra por parte de Enrik), clavando la versión. Pero no acababa ahí el recuerdo a las calabazas, sin cesar la emprenden con «A Little Time», con el público rendido ante el grupo cantando y Enrik pisando un poquito tarde el pedal en el segundo solo. «Happy , happy Helloween…» vociferaba la masa y con efecto de humo continuaban con «Twilight Of The Gods», sacando la vocalista un micrófono gigante hinchable, para que la gente se divirtiera lanzándolo de un lado a otro del local.

La chica nos da la mala noticia de que a las 23:20 se tienen que marchar, que pensaban tocar el disco de los alemanes entero, pero al no disponer de todo el tiempo no sabían cuál tocar para concluir. Deciden despedirse con «Future World» (ya sin Isabel en su tarima), con la mayoría de la sala cantando. El bajista subido junto a la batería durante un momento, la vocalista en señal de agradecimiento chocando manos y diciendo con pena y rabia: «Madrid, ¡me cago en la puta!, siempre nos pasa algo» y los guitarristas hacia el final moviéndose a la vez. Se despide toda la banda y de nuevo Elisa: «Lo siento, porque nos lo habíamos currado».

Me dejaron una grata impresión (como he comentado al principio), suenan más potentes y duros que en disco, sin tanto arreglo y melodías «powerinas» que a veces empalagan. Las versiones de Helloween redondas, aunque hubiese preferido que hubieran tocado más temas suyos. La culpa de falta de tiempo fue debida a que en el cambio de batería y pequeñas pruebas de sonido se tardó demasiado, mucho, y esa fue la causa de que no pudiera el grupo acabar con el repertorio que habían preparado. Eso lo tenían que haber previsto con antelación, no son unos recién llegados.

Texto y fotos: Starbreaker