Editorial Octubre 2018 “Master of Millionaires”

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Una de las características de la sociedad capitalista es su capacidad de aprovechar al máximo la capacidad de gasto de sus individuos, sea cual sea su situación particular. Esta circunstancia provoca la conocida “Ley de la Oferta y la Demanda”, que ajusta los precios de cada artículo de consumo en un equilibrio entre la capacidad de producirlos y la cantidad de población interesada en adquirirlos.

Por ello, es necesaria una legislación que proteja a los bienes de primera necesidad de esta especulación, ya que toda la población tiene el derecho de acceder a artículos básicos para su supervivencia sin que estos puedan caer en el abuso de quienes los proporcionan. En el caso de artículos no vitales, como el ocio, la necesidad de esta protección no es tan imperiosa. Discutible, incluso. Al fin y al cabo, hay opciones de ocio para todos los bolsillos y para todos los gustos podemos encontrar algo que nos satisfaga y no tengamos que empeñar un riñón para conseguirlo.

Para segmentar la demanda y adecuarla a todas las posibilidades económicas, muchas opciones de ocio ofrecen diferentes precios según los niveles de calidad ofrecidos, y así cada cual puede decidir cuánto quiere pagar o qué “dosis” de calidad le es suficiente. Así funcionan los teatros, los hoteles y hasta la oferta de canales de TV a la carta. En el caso que aquí nos interesa, también funcionan así los conciertos, al menos aquellos que se celebran en recintos lo suficientemente grandes para poder hacer estas diferenciaciones.

Hasta cierto punto es normal cobrar precios diferentes para entradas de pista o de grada, incluso con diferentes opciones de grada según su cercanía al escenario o su disposición frontal o lateral. Pero la cosa se ha ido complicando. Los grandes promotores hace tiempo vieron la posibilidad de hacer caja ofreciendo sitios privilegiados justo delante del escenario (con suculentos nombres como “Gold Circle”) o con actividades complementarias al concierto, como los conocidos como “Meet & Greet”, es decir, un paso por camerinos para conocer personalmente al artista en cuestión, previo pago de un suculento suplemento.

El hecho de que el mercantilismo más capitalista haga mella de esta forma en un concierto de rock me hace rechinar los dientes, pero en un ejercicio de análisis frío recuerdo lo de la Ley de la Oferta y la Demanda y, si bien sigue sin gustarme la idea, al menos me resigno.

Sin embargo, esto se nos está yendo de las manos. Opciones cada vez más exclusivas a precios cada vez más elevados están apareciendo en los grandes conciertos y yo me encuentro cada vez más fuera de lugar. Llamadme nostálgico, pero echo de menos los tiempos en los que el mejor sitio para ver un concierto se conseguía a base de llegar pronto y ponerse el primero en la cola.

El colmo a este despropósito lo he conocido hace pocos días, en relación a las entradas para los próximos conciertos de Metallica en Madrid y Barcelona. Si aún no los conoces, me tomo la libertad de informarte por aquí, no sea que te toque la Primitiva y no sepas donde gastarte el dinero:

  • Entrada de pista General: 85 € + 10,50 € de gastos de distribución = 95,5 €
  • Gold Circle: 125 € + 15 € de gastos de distribución = 140 €

Por si no te ha quedado claro, los “gastos de distribución” es el suplemento que te cobran por que TÚ te conectes a internet, TÚ elijas y compres las entradas, TÚ las imprimas en TU impresora o las lleves descargadas en TU móvil.

Y ahora viene lo mejor. El promotor nos da otras opciones llamadas ENTRADAS DE EXPERIENCIA MEJORADA, por si necesitas blanquear dinero del narcotráfico o has vendido alguno de tus Ferraris y te molesta tener tantos billetes en la cartera:

  • The Dream No More’ Experience (Gold Circle): 2.048 € + 151 € gastos de distribución = 2.199 €

Incluye una entrada para ver el concierto debajo de los huevos de James Hetfield, acceso al recinto sin esperar cola (faltaría más), conocer a los miembros del grupo en el backstage antes del concierto, una foto con la banda, set-list firmado, dos consumiciones en el bar privado del recinto, cena “cocktail de snaks” (supongo que panchitos, patatas fritas y algún canapé), ver una exposición con púas, baquetas y alguna guitarra vieja, más regalo de un póster y una camiseta.

  • The All Nightmare Long’ Experience (Gold Circle): 314 € + 35 € gastos de distribución = 349 €

Incluye entrada sin colas al Gold Circle, una consumición en el bar privado, cena “cocktail de snaks”, ver la exposición de las púas, un póster y una camiseta.

  • The Shortest Straw’ Package (Gold Circle): 181 € + 18 € gastos de gastos de distribución = 199 €

Incluye entrada sin colas al Gold Circle, un póster y un regalo de edición limitada del merchandisig (la camiseta no, así que algo les sobrará para ti)

Impresionante, ¿no? Aplicando la Ley de la Oferta y la Demanda, si existen estas opciones es porque hay gente que las considera atractivas y puede llegar a pagarlas. Allá cada uno con su dinero y esta es una forma legal de gastárselo, por lo que no seré yo quien les vaya a denunciar.

Respeto todas las opciones, pero esa noche no me busquéis en el concierto de Metallica. Seguramente estaré en un concierto pequeño de algún grupo, posiblemente español, recuperando las sensaciones que me hicieron descubrir el rock hace ya tantos años. Y seguramente sentiré que ese grupo lo estará dando todo en el escenario sin la sensación de ser la víctima del timo de la estampita.

Santi Fernández “Shan Tee”