METALLICA + SLIPKNOT + LOST PROPHETS – Sábado 19 de junio de 2004, estadio de La Romareda (Zaragoza)

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No era todavía hora de comer cuando pasábamos por primera vez por la Romareda y ya había gente en sus aledaños, lo que hacía presagiar un evento en toda regla. Acto seguido asentábamos posiciones en un hostal bastante cercano al recinto y a su vez a la zona de marcha nocturna (eso es estrategia, y no lo de Bush), bastante discreto pero perfectamente válido para recargar las pilas gastadas en el viaje.

A las 19:00 h. aproximadamente partíamos de nuevo rumbo al estadio zaragozano botella en mano, si se me permite el pareado, más que nada por revisitar los clásicos, y a pesar del considerable tumulto que se agolpaba en las puertas de éste la espera para el acceso al recinto no se extendió demasiado, gracias tanto al acondicionamiento de varias entradas como a la celeridad de los efectivos. Que copie todo el mundo.

Lo primero que llamó nuestra atención al pisar el césped que recorre Juanele fue la gran lona de plástico azulado que lo cubría (pues eso, de gran evento), lo segundo, por supuesto, unos precios de vergüenza ajena (bocadillo 5 euros, cubata 6 y medio, mini de cerveza 7 y medio… y así sucesivamente), no me extraña que se pudiera acceder a las barras sin excesivos problemas. Que no copie nadie.

Y con eso y una puntualidad británica salieron a escena los primeros ‘supporters’, teloneros en castellano, como de costumbre escogidos con la calidad y el reconocimiento idóneos para no suponer una amenaza a los four horsemen. LOST PROPHETS, mitad rockeros mitad chandaleros y con un teclado en medio, supieron animar el cotarro aun sin despuntar por nada en concreto, mientras que los enmascarados SLIPKNOT, más espesos y aburridos que Iñaki Sáez y su selección (ahí estamos, en nuestro sitio), acrecentaron más si cabe las ganas de que salieran a escena los de San Francisco. Ahora entiendo lo de las caretas.

Y bueno, vayamos al grano. El reloj marcaba las 22:30 h. y el estadio ya albergaba a unas 32.000 almas inquietas (esa ola!). De fondo el “It’s A Long Way To The Top (If You Wanna Rock’n’Roll)” de AC/DC, y al fondo dos pantallas franqueando el luengo escenario con imágenes del grupo haciendo vida cotidiana (Hetfield con los críos y demás, tan realista como innecesario), que no era otra cosa que el anuncio de su inminente… película! (¿estos eran los que no iban a rodar vídeos?). Comentarios de la jugada y por fin el tan ansiado apagón…

…y en las pantallas Eli Wallach corriendo por un cementerio al son de las balas y del “Ecstasy of Gold de Ennio Morricone, pieza instrumental perteneciente a aquel spaghetti-western de Sergio Leone llamado “The Good, The Bad & The Ugly” y que Metallica lleva utilizando aun en contra de su autor tantos y tantos años como intro. Ah, pelos como escarpias, que se me olvida.

Expectación. Suena la esperada distorsión inicial del “Blackened”, grabada, eso sí, y por fin tenemos ahí a los autores de esa obra maestra llamada “…And Justice For All”, que tantas veces se han metido entre pecho y espalda Petrucci, Portnoy y compañía. Excelente sonido, gran calidad de imagen en las pantallas para seguir la jugada de cerca y agolpamientos y empujones entre el respetable. Creo apreciar algún ‘recorte’ de más en el tema, pero entre la euforia inicial y el cuidado de no perecer entre la masa no se lo tenemos muy en cuenta.

Tras un flameado “Fuel” que cae sin mucho prolegómeno, un bienpeinado y bienpostrado ante su micro Hetfield nos recita el estribillo del denso “Sad But True”, precursor de tantas cosas, y nosotros le seguimos. Y para acabar de rematar los primeros compases del concierto el siempre hímnico “Welcome Home (Sanitarium)”, que bordan directamente. Sólo con esto ya me puedo ir contestando preguntas, como por ejemplo la de qué hace un fan desencantado como yo en un concierto como éste… Fácil: la base del edificio es tan sólida (“Kill’em All” – “Metallica”) y el directo tan recurrido que por mucho que sople el viento siguen en su sitio, y nosotros perdonándoles todo…

…como por ejemplo esa pesadilla sin final llamada “St. Anger”, del que suena ahora un adrenalínico “Frantic”, con jueguecito inicial de Ulrich a la caja. Esa juventud, que bote! Para los ya no tan jovencitos una pequeña sorpresa en forma de “Holier Than Thou”, contundente y precisa como ella sola, a la que sigue una sentida “No Leaf Clover”, pieza extraída directamente de “S&M” y que se ha quedado en el repertorio (sin desentonar, todo sea dicho), de la que James hace una magnífica interpretación, demostrando lo mucho que ha llegado a sacar provecho de su voz a lo largo de todos estos años. Cierra la tanda de ‘nuevas’ la interminable “St. Anger”, que me sigue pareciendo de un largo desproporcionado para su ancho.

Un siempre dicharachero y guasón Hetfield nos pregunta si queremos que se dirija a nosotros en inglés o en español, a lo que respondemos en español, evidentemente. Y tras un repetido “un, dos, tres, cuatro” empiezan a sonar los timbales del histórico -nunca mejor dicho- “Creeping Death”, para deleite del personal. Brutal.

A continuación solo de bajo del mastodóntico “Roberto” Trujillo, como señala Hetfield, parece ser que su primera aportación individual en directo, en la que demuestra tanto personalidad como buen hacer (en un grupo como Metallica no entra cualquiera, y el background de Trujillo atestigua que no lo es), concluyendo con unas notas del “Orion” que desatan una enfervorecida ovación del respetable. Ganada es.

Y para cerrar el primer bloque dos pelotazos de antaño, un “Fade To Black” de quitarse el sombrero, con un Hammett muy fiel al guión (y la banda en general), y un descomunal “Battery”, aunque con las acústicas del inicio grabadas, al igual que el comienzo de “Blackened”. Sonrisas de satisfacción entre el personal y primera retirada a boxes del grupo.

Y tras el respiro vuelta a la carga y a los himnos, en esta ocasión a uno de las favoritos de servidor de siempre, “Wherever I May Roam”, de inconfundible arpegio y de una sobriedad y robustez que acojonan, hablando en plata. Le sigue una predecible e inevitable “Nothing Else Matters”, mechero en mano, y entre medias un solo correcto de Hammett, que tampoco aburre. “Master Of Puppets” tiene que caer y cae, con su interludio incluido (como debe ser) y con las ilustraciones del disco en las pantallas laterales, adornando el escenario.

Unas frases de “La Chaqueta Metálica” anuncian “One” a bombo y platillo, así como las imágenes de la desoladora “Johnny Cogió Su Fusil” (qué mal cuerpo se me quedó), aunque la ovación generalizada no llega hasta que suenan las famosas primeras notas del mismo en forma de punteo. Impresionante pirotecnia e impresionante ejecución de los amigachos, sobre todo en la parte en que Lars aporrea el doble bombo, con Hetfield, Hammett y Trujillo en corro ametrallando su instrumento. Épico. Tras ésta, unos improvisados acordes parecen apuntar a que sonará la ralentizada “The Thing That Should Not Be”, aunque finalmente lo hace un archisobado “Enter Sandman”, fuegos artificiales incluidos. Y así llegamos a la recta final.

Tras la vuelta de James de bambalinas y un “¿Todavía estáis ahí? ¿Pero queréis más?”, éste nos pregunta si nos apetece algo rápido o algo lento. “Do you want it fast? Ok…”, pues ahí tenéis uno de los temas más subestimados de nuestra carrera, “Dyers Eve”. No sé cuántos se la celebrarían, pero yo desde luego. Y he ahí otro de los alicientes por los que asistir a una descarga de Metallica: siguen manteniendo el atractivo del factor sorpresa, algo impensable en otros grupos que gustan de tenerlo todo bien atado, y demuestran que la banda sigue haciendo lo que le da la real gana. Todavía me duelen esos “dear mother dear father…”.

Y como todo tiene su fin, como dirían Los Módulos, lo de hoy no iba a ser menos. “¿Tenéis “Kill’em All”?”, pregunta James, a lo que respondemos a voz en grito. Pues ahí está “Seek And Destroy” para cerrar la velada, un tanto hueca por la falta de Newsted, que la hizo suya, y con guiño final al “Let There Be Rock” de los australianos, que nos dejó con la miel en los labios.

Y ya está, no hay más, se acabó. Mucha púa, mucha baqueta y mucha tontería por parte de Lars, como de costumbre, como eso de tirar el micro al suelo antes de marcharse, los saludos pertinentes y si te he visto no me acuerdo. Concierto de notable holgado y una banda que no se marcaba una visita así desde los tiempos del “Black Album”, tanto por intensidad como por entrega, así como por fidelidad al patrón (musical, se entiende). Esta noche, como si de los tiempos del “…And Justice” se tratara, todo sonó en su sitio, sin esas molestas improvisaciones que no hacen sino descomponer los temas, imagino que gracias en buena parte al reciente malestado del batería danés (manga larga, para lo que es él), que le impidió desentenderse de su kit todo lo que hubiera querido (y nosotros que lo agradecimos). ¿Personaje destacado? James Hetfield, por supuesto. A día de hoy se puede imaginar a unos Metallica incluso sin Lars (con el roadie de turno en su puesto en el festival de Donington, mismamente), pero ni por asomo sin el bueno de James. Tremendo.

Gran concierto en definitiva, o gran evento, según se mire (¿los Stones del Metal?), aglutinando a público de todas las edades y tribus y ofreciendo espectáculo en su más amplia acepción (bueno, el precio de la entrada y del avituallamiento lo requería). Podemos seguir cuestionando sus trabajos, su manera de hacer las cosas e incluso su actitud, pero de lo que no hay duda es de que a día de hoy pocas bandas dentro del género pueden hacer frente a un nombre como Metallica. Hetfield, Ulrich & cía, ya sea honestamente o con maturrangas, han conseguido que ese nombre haya ido viendo incrementada su fama desde sus inicios, y además sin obedecer a ningún patrón establecido. Eso ya es de por sí todo un logro.

Bubba