Editorial Marzo 2018 “Masters of Infierno, vamos muy bien”

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Con toda seguridad, Metallica es uno de los grupos más grandes de la historia del Heavy Metal. Con ya una larga trayectoria desde su irrupción en la escena, hace ya 35 años, su carrera está jalonada por un buen puñado de excelentes discos, incluidos algunos clásicos que ya pertenecen al libro de oro del metal. También tienen algún que otro truño, no se puede negar, confirmando que aún los más grandes tienen altibajos en su carrera.

Sus directos siempre han sido demoledores. Como todo el mundo, tienen días mejores y peores, pero nunca se les ha podido achacar la falta de ganas, de ímpetu y de compromiso con sus fans. Mi debut en un concierto de Metallica se produjo en el añorado Pabellón de Deportes del Real Madrid, sede de la mayoría de los conciertos de la época. Era la gira de “Master of Puppets” y la primera fecha prevista fue suspendida por la trágica muerte de Cliff Burton. Tras el fichaje de Jason Newsted como sustituto, la banda retomó la gira europea, siendo finalmente el 18 de enero de 1987 cuando me encontré por primera vez viendo a Metallica en directo, en un concierto brutal que tuvo a Metal Church como teloneros. Debo reconocer que en aquel momento tanta fuerza me descolocó un tanto, y ni de lejos pude prever el futuro tan exitoso que les esperaba.

Después de aquel concierto, Metallica ha venido a tocar a España en multitud de ocasiones. Yo he estado presente en muchas de ellas, comprobando cómo el grupo ha evolucionado, añadiendo al show y a su música una mayor elaboración, siempre a la vanguardia de los efectos visuales y añadiendo al espectáculo multitud de elementos que hicieran de cada concierto una experiencia digna de recordar.

Aún están muy recientes las últimas visitas de Metallica a España. Tres conciertos repartidos entre Madrid y Barcelona, a precios de super-estrellas mediáticas cuyas entradas se agotaron con casi un año de antelación. No voy a entrar a valorar el concierto en sí, sino que me voy a detener en un detalle del que se ha hablado mucho.

Para esta gira, la banda decidió tener un detalle especial con los espectadores de cada uno de sus conciertos. Muchos grupos (incluidos ellos mismos) sacan a escena la bandera del país que están visitando, además de hacer comentarios del tipo “estamos muy contentos de tocar aquí” o “el público español es el mejor”, cosa que evidentemente repiten en cada país. Pero Metallica ha querido ir un paso más allá. Sacando tiempo entre los viajes, hoteles, entrevistas promocionales, pruebas de sonido y tiempo personal, se han tomado la molestia de elegir algún tema de un grupo de la ciudad visitada (supongo que ayudados por el promotor correspondiente) para en mitad del concierto hacer un guiño tocando el tema para que el entusiasmado público lo cante con ellos. El guitarrista Kirk Hammet y el bajista Robert Trujillo son los encargados de ello, en un momento en el que Lars Ulrich y James Hetfield desaparecen del escenario para recuperar el resuello.

El resultado es vacilón, siendo un homenaje al público local, quien canta entusiasmado esa parte del show única en cada concierto. Es de resaltar que, salvo algunos casos concretos como el de Paris, donde hicieron el “Antisocial” de Trust, en la mayoría de ocasiones la banda no conocería previamente el tema que debía aprenderse. Su compromiso es tal que, cuando hacen más de un concierto en una misma ciudad, no repiten el tema a versionar, como se demostró en las dos fechas madrileñas, ya que eligieron “Vamos muy bien” de Obús y “Los rockeros van al Infierno” de Barón Rojo, desechando la tentación de repetir tema y ahorrarse uno de los dos esfuerzos. Para el concierto de Barcelona, cuando todos apostaban qué tema de un grupo catalán sería versionado, sorprendieron a todo el mundo con la rumba “El muerto vivo” de Peret.

Esta iniciativa, pionera en un grupo de la importancia mundial de Metallica, ha suscitado las más diversas opiniones. En mi caso, les estoy muy agradecido. Una banda de su calado bastante tiene con la organización y ejecución de una gira tan larga como agotadora, en la que los viajes, cambios de hotel, entrevistas a los medios locales, ensayos y pruebas de sonido dejan muy poco tiempo libre a los músicos. Aún así, Hammet y Trujillo han sacado tiempo para elegir un tema desconocido para ellos, aprenderlo someramente y mostrarlo en escena para hacer cantar al público. Y eso cada día o dos días, con un tema diferente e igualmente desconocido para ellos.

Hay algunos precedentes, como el solo de teclados de Jon Lord con Whitesnake en 1983, haciendo el “Concierto de Aranjuez”. Pero el hecho de que Metallica lo haga en la gira completa habla muy bien de su compromiso con sus fans. Pero como en España somos como somos, a muchos les ha parecido mal: Que si tendría que haber estado implicado el grupo al completo, que si estaba mal tocado porque no estaba bien preparado, que si ese tiempo habría que haberlo aprovechado para otra canción de Metallica… En este país siempre hemos sido más papistas que el Papa, pero estos detalles siempre habían sido muy bien recibidos.

Últimamente estamos muy protestones. Vamos a los conciertos a sacar fallos, a estar pasivos y a quejarnos: siempre nos faltara tal tema que no han tocado y que me gusta mucho, el grupo nunca será tan bueno como “cuando valían” o el aforo no es el adecuado: si es un sitio pequeño, merecerían llenar un estadio; y cuando llenan un estadio, el problema es que estamos rodeados de gente que no pertenecen al mundo del rock.

No hay quien nos entienda.

Texto: Santi Fernández “Shan Tee”

Foto: Jeff Yeager