ATARFE VEGA ROCK 2005 – Viernes 25 y sábado 26 de febrero de 2005, Nave Medina Elvira, Atarfe (Granada)

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Atarfe Vega Rock o Kinder Sorpresa Rock, como ya lo llaman algunos, porque esto de bajar a Granada a presenciar el primer gran festival del año en lo que a términos metálicos se refiere empieza a suponer más una aventura que otra cosa. Pero vayamos por partes:

Viernes 25

Llegábamos a nuestra localidad de hospedaje en el hueco del día, Santa Fe para más señas, a escasos kilómetros tanto de Atarfe como de Granada capital, sin duda un enclave idóneo para asentar nuestra trinchera y alejarnos del mundanal ruido, no sin antes cruzarnos justo a la entrada del pueblo con un serio lugareño al que nos disponíamos a pedir orientación, y que a la postre sería Burton C. Bell, también conocido como el voceras de Fear Factory, que andaba paseando por allí. El mundo es un pañuelo.

Curioseados suficientemente nuestros aposentos y comprobado fehacientemente el doble sistema de calefacción de la habitación, ventilación general y canal X, nuestro equipo de 6 metalheads -ni uno más ni uno menos- recargaba pilas en el comedor del hotel, que de todos es sabido lo que se quema en los festivales y lo mal que se repone en los susodichos. Una vez reposada la pitanza y ya con las ganas repuestas tras el viaje, la expedición alicantina partíamos rumbo a Atarfe a barrer con todo, grupos, discos, bebercio y suelo.

Mientras aguardábamos la cola de la entrada al recinto íbamos observando el programa del festi, que más que un programa parecía una quiniela fallida el fin de semana: Ebony Ark habían abierto la jornada, grupo novel incorporado a última hora tras la consabida ausencia de Paradise Lost, y que dada nuestra hora de llegada no pudimos presenciar. Por cierto, curioso recambio. En los instantes que recogíamos la acreditación y nos colocaban la pulsera se realizaba el cambio de Sayowa a Candlemass, así que de estos primeros poco o más bien nada os podemos contar, aunque vista la pedida de autógrafos de más tarde a miembros del grupo atestigua que no lo hicieron mal del todo.

Según accedíamos al interior del recinto íbamos observando rápidamente la distribución de éste: inmediatamente pasada la entrada, a la derecha el mercadillo, una amplia zona cubierta donde además podías dejar el abrigo (previo pago, eso sí) y descansar del ajetreo en las numerosas sillas dispuestas para ello; a la izquierda los primeros auxilios y la zona de aseo, aunque por el olor que desprendía la misma no sé si le viene bien el calificativo. Ya al fondo, en un hangar dispuesto en forma de L, según se entra a la izquierda el escenario, y a la derecha la zona de barras y de comida, variada dentro de lo que cabe (bocadillos, kebabs y gofres). Por cierto, la venta de tickets bastante fluida, todo sea dicho. 

Y encima del tablao, ya por las horas que eran, los miembros de Candlemass pinchando la sombrilla en la arena. Empieza la caña y sí, efectivamente ahí están Messiah con su atuendo de fraile ocultista y ese sonido doomy por excelencia herencia directa de Black Sabbath, de cuando a Lee Dorrian todavía no le había dado por alabar los riffs de Tony Iommi y Kyuss y compañía ni tan siquiera conocían de la reencarnación musical del maligno.

Reconozco que nunca fui un devoto de esta banda, entre otras cosas porque padres no hay más que unos, y a estos los encontré en la calle. Con todo y con eso algo recordaba de aquel “Live” del 90, y desde luego dieron un concierto digno de mención, sobre todo por entrega y tablas en escena, siempre teniendo presente las limitaciones ‘festivas’ de un estilo tan opaco como el que nos ocupa, claro está.

El sonido no fue todo lo bueno que debiera (o debiese), pero como ya digo la entrega suplió esas carencias, e incluso los tiempos no fueron lo lentos que a priori cabía imaginar. Sonaron cosas como “Mirror Mirror” (no, nada que ver con esos), “At The Gallow’s End” o “Bewitched”, y lo cierto es que sonaron bien, como así le hice saber al mítico vocalista a la primera que tuve ocasión, el cual estuvo muy activo y participativo durante toda la descarga (ese headbanging ahí!). Por cierto, o me equivoco o le oímos decir que era su primera visita a España, ya que si mal no recuerdo, aquel paquete conformado por King Diamond y los que nos ocupan no los incluyó en tierras hispanas, siendo sustituidos por los extintos Legion. Pues eso, que ya era hora.

Gran descarga, gran entrega y grandes tablas (las del grupo, no las del escenario). Otros a redescubrir en la medida que el tiempo y el apilaje lo permitan.

Set-list:

Intro (Marcha Funebre de Chopin)
Well of Souls
Mirror Mirror
Solitude
Under the Oak
At the Gallow’s End
Samarithan
Bewitched
Dark Are the Veils
 

Una de las sorpresas del Atarfe Vega Rock 2005, y no me refiero al concierto precisamente. Horas antes de que empezara el festival se oía comentar a las gentes del lugar que los Overkill de Bobby Blitz no harían acto de presencia en el mismo por razones desconocidas, y por nuestra parte todavía estamos esperando algún comunicado de la organización que nos lo aclare, tal y como hicieron con Paradise Lost.

Pero parece ser que no fuimos los únicos sorprendidos, porque vi a la propia Dorothy Pesch como si la acabasen de sacar de la cama. La banda dio un concierto competente, es cierto, e incluso Doro, como buena profesional que es, le echó ganas y saber estar, pero la voz se le iba por momentos. Si a eso le añadimos que la formación actual no goza ni de lejos de la espectacularidad de antaño (era Rondinellis y demás), encontré a un grupo desangelado –nunca mejor dicho- y fuera de juego, nada que ver con la última vez que los disfruté en solitario. De todas formas lo dicho, la sola presencia de la pequeña diva germana alegró a más de uno (a servidor esta vez no le bastó), y desde luego el set-list ayudó lo suyo, que si mal no recuerdo fue el que sigue:

I Rule The Ruins

Always Live To Win

Burning The Witches

Metal Tango

Hellraiser

Let Love Rain On Me

Breaking The Law

Burn It Up

Für Immer

All We Are

East Meets West

Hellbound

Momentos álgidos los hubo, caso de los cortes más cañeros (“Burning The Witches”, “East Meets West” o “Hellbound”) o aquellos en los que la voz cantante la llevó el público (“Breaking The Law”, “All We Are”), pero fue en otros más comprometidos en los que quedó patente que faltaba algo de rodaje, caso de “Metal Tango”, el hímnico “Für Immer” o el nuevo sencillo “Let Love Rain On Me”, que se podían haber ahorrado directamente. Como diría Chiquito, una mala tarde la tiene cualquiera. Hasta Doro.

Texto: Bubba

 

“Ladies and gentlemen, welcome to the freak show”Después de estas palabras suena “Mysteria”, el tema que abre el disco “Hellfire club”, la última obra de los teutones. Tobias Sammet sale al tablao como si fuera a comerse un toro y bastante motivado, en el transcurso del tema se llegó a encabronar mucho con los técnicos de sonido porque no sonaba el micro como a él le gustaba, dejando de cantar un instante y soltarle mas de alguna palabra “amistosa” a uno de los roadies.

A lo largo del evento llegaron a sonar bastantes canciones del “Hellfire Club”, disco protagonista destacado de la descarga: “Under The Moon”, un temazo, por cierto, “Lavoratory Love Machine”“King Of Fools”… Tobias cantaba bien, nos deleitó con algún movimiento digno de un practicante de aerobic, e incluso hizo un salto de esos con las piernas abiertas muy a lo Dave Lee Roth (!!!). Yo tengo que reconocer y confieso, tengo testigos presenciales, que me lo estaba pasando muy bien y pegando unos guitarrazos considerables a mi Gibson virtual e imaginaria, ya que el Sammet estaba bastante inspirado en el escenario, llegando bien a los tonos altos de los temas. Yo antes del concierto me temía lo peor, sobre todo después de las referencias que tenía de anteriores descargas como el Derrame 2003 o la visita que hicieron a la sala Repvblicca el año pasado.

Pero lo que sí que no va a corregir el señorito Sammet es lo que le gusta hablar y fanfarronear en las tablas, aiiiiinnnsss este chiquillo, como siempre habló más que una adolescente con un móvil, y eso que al principio del concierto dijo “Este es un festival y tenemos 90 minutos, tengo que hablar menos y tocar más temas” (!!!). Pues no, entre los diversos y variopintos comentarios metió un “Fuck Bush” y alguna lindeza a la prensa especializada.

Al grano que me enrrollo, que parezco el mismo Sammet. Otros temas que tocaron fueron “Vain Glory Opera”“Land Of The Miracle”, con colaboración del público, un “The Piper Never Dies” con el Tobi corriendo de un lado a otro del escenario como si fuera el mismísimo Axl Rose, y el concierto termina con la de “Tears Of A Mandrake” y fin del acto. Yo contento y feliz como una lombriz, buen concierto. Si el cantante hablara menos hubiera sido un concierto muy digno pero se quedó en algo apañaete.

Texto: Jose Vicente Santos “Santaje”

 

A Primal Fear les pasó tres cuartos de lo mismo que a Doro y compañía, que ni estaban programados ni aparentemente preparados, sobre todo un fornido vocalista que no quiero señalar, y no me refiero a su estado físico precisamente.

Tenían la difícil tarea de suplir a Udo, más que por la contraprogramación por el mero hecho de la condición de materia prima de uno y la de subproducto de otros. Si a ello le añadimos que Ralf Scheepers hizo el peor concierto que le he visto (ojo, tampoco fue un desastre), el paso de los ‘Fear por el Atarfe Vega Rock de este año fue con más pena que gloria, nada que ver con aquella edición todavía del Piorno Rock en la que se salieron, directamente.

La banda bien, sonó tan simple y compacta como de costumbre, pero dado el tamiz painkilleriano de su sonido y el mediocre estado de voz del musculoso frontman, como que el conjunto no llegó a casar como debiera, quedando una sensación un tanto descafeinada en líneas generales.

Abrieron la traca con “Final Embrace” de su segundo disco, y entre esa y el cierre con “Metal Is Forever” (cómo se calienta la cabeza el personal) discurrieron por el repertorio temas como “Angel In Black”“Running In The Dust”“Chainbreaker”“Suicide & Mania”“Nuclear Fire” o “Armageddon”, pero no fue hasta el cover de “Metal Gods” que levantaron considerablemente el ánimo del respetable. Por cierto, hablando de todo un poco, a lo mejor todavía no se han enterado de que Judas y Halford ya han hecho las paces y no hay hueco posible que cubrir, lo digo porque sería interesante retomar viejas historias como Sinner o Tyran Pace. Por pedir que no quede.

Lo mejor sin duda la camiseta de Ramones de Matt Sinner, lo más cutre y salchichero Ralf Scheepers y sus bailecitos. A ver si ejercitamos un poco menos los músculos y algo más el cerebro.

Y tras los germanos llegaba el turno de otros paisanos suyos, el de los folk-blackmetaleros SUIDAKRA, pero como nuestras tripas ya gruñían más que los amigachos y no se puede estar en todas y cada una, decidimos que era hora de ir a repostar para degustar como procedía la traca final del día. 

La verdad, no sé quiénes ni cómo confeccionarán los carteles de este tipo de festivales, pero me resultó curioso que un grupo maldito como Benediction participase en esta edición del Atarfe.

Lo cierto es que además de ser la cuna de Barney Greenway, voceras de Napalm Death hace ya lustros, Benediction llevan juntos en esto de la música burra unos 16 años, y junto a sus compatriotas Bolt Thrower -a los cuales acabó largándose su segundo vocalista, Dave Ingram-, han portado muy dignamente la bandera británica del death metal a lo largo de todo este tiempo y sin concesiones de ningún tipo, así que aunque sólo sea por eso un mínimo de reconocimiento sí se merecen.

Con una gran lona con el logotipo clásico del grupo como fondo, Dave Hunt (voz) y los suyos salieron por el escenario muy de andar por su casa, sin más parafernalia adicional que sus instrumentos, y si bien puede decirse que su actuación fue un tanto lineal y sin altibajos, muy del montón (su death clásico de sonido denso y gutural se presta a ello), tampoco desentonaron, y sobre todo recalentaron cual microondas a un personal a esas horas ya algo cansado de ver y oír en un solo día a tanto grupo.

Del repertorio poco puedo contar, porque aparte de no seguir muy de cerca a la banda, a esas alturas de concierto ya había abandonado cualquier tipo de apunte para la posteridad, que uno antes que reportero es headbanger, mosher y poser, tampoco nos vayamos a olvidar. Actuación correcta sin más, sigo pensando que unos Napalm Death hubieran caído mucho mejor (o no). Por cierto, muy cachondo el del público con las muletas invertidas.

Y llegó lo más grande del día, del festival y de lo que va de año. Sólo por la actuación de los californianos ya mereció la pena pasarse un día entero de vuelta desde Granada a Alicante por culpa de la dichosa nieve. Descomunal.

Jamás imaginé que la factoría del miedo pudiera llegar a sonar tan bien y con tanta precisión en directo, y sobre todo a tantísimo volumen. Una vez bajado el telón, los primeros compases en forma de doble bombo del animal de Raymond Herrera presagiaban que eso iba a ser algo grande, como efectivamente fue.

Y fue grande porque se juntaron todos los condicionantes, buen sonido, buena ejecución, ganas del grupo y ganas del público, es decir, las nuestras. El Strapping Young Lad Byron Stroud estuvo a la altura, muy preciso con su bajo, el otrora bajista Christian Olde Wolbers hizo olvidar por momentos a Dino Cazares, con unas guitarras cortantes como hachas (parece como si hubiera estado deseando toda su vida ocupar dicha plaza), Herrera demostró por qué se le considera uno de los revolucionadores de su instrumento, y Burton dirigió como merecía la ocasión, supliendo su escasa técnica con fuerza, rabia y sobre todo mucha pasión (me hubiera gustado ver la cara de los más puretas tras los brincos nu-metaleros del vocalista o después de su numerito con el chicle). Todos al unísono, con algo de ayuda desde la mesa, eso sí (su música lo requiere), sonaron como la máquina de engranaje que son en disco, una especie de AVE musical que te pasa por encima.

Del repertorio poco que destacar de manera especial, porque se compuso de un himno categórico detrás de otro. Para los que se lo perdieron fue el que sigue, más o menos:

Slave Labor

Cyberwaste

Shock

Edgecrusher

Demanufacture

Self Bias Resistor

Zero Signal

Scum Grief

Bite The Hand That Bleeds

Arise Above Oppression

School (Nirvana)

Drones

Scapegoat

Archetype

Replica

Timelessness

Con semejante arsenal ya os podéis imaginar, el personal como loco inmerso en un pogo brutal, y nosotros en el ajo, por supuesto. No sobró ni faltó nada, ni siquiera un sentido homenaje a Dimebag Darrell en forma de “Walk”, que levantó una ovación generalizada del respetable. Cuando Burton C. Bell (qué tío más grande) abandonó el escenario tras su parca y sentida interpretación de “Timelessness”, nuestras miradas reflejaban felicidad y cansancio a partes iguales, entre otras cosas por la dura jornada vivida y por el palizón sonoro que nos acababan de meter los americanos. Al final va a ser cierto el refrán, “sarna con gusto no pica”.

Lo dicho, Fear Factory fueron de largo los auténticos triunfadores del Atarfe Vega Rock de este año, una pena que las líneas editoriales de según qué prensa especializada impidan ver la realidad.

Texto: Bubba

Sábado 26

La jornada del sábado se presentaba a priori más cálida que la del viernes, primero por el cartel, de marcado tinte hard-rockero, y segundo porque mr. Lorenzo lucía bastante más generoso que el día anterior. No en vano, dado nuestro manifiesto desconocimiento del material de entrantes como Doraemones y Apiserums y previendo una segunda batalla campal, decidimos empezar la jornada musical directamente con Rage, y tras una suculenta comida en la capital de provincia llegamos a Atarfe a las 15:30 h. aproximadamente.

Pero como un Atarfe Vega Rock sin cambios de última hora no tiene gracia, según asomábamos la jeta por el recinto hacían lo propio la banda de Brian Tatler y compañía, supuestamente por un retraso en el vuelo de los germanos hacia Granada. No hay mal que por bien no venga.

Sin duda eran uno de los alicientes por los que asistir al festival de este año, si no para la gran muchedumbre sí para unos cuantos freakies como nosotros, y a mucha honra.

Abanderados por excelencia de la NWOBHM y malditos como pocos, Diamond Head volvían por sus fueros tras un largo período de ausencia, y ahí que estábamos nosotros para presenciarlo. Sin un desentendido Sean Harris a las tareas vocales, que abandonó la nave definitivamente el pasado año, pero con un alumno aventajado como Nick Tart como digno suplente, Brian Tatler y los suyos ofrecieron un muy buen concierto, y desde luego colmaron las expectativas de los que anhelábamos poder verlos algún día (sinceramente, ya no parecía muy probable que digamos).

Sonaron más rockeros que heavies (¿los hermanos maléficos de Leppard?), Tart emuló de manera efectiva el dechado de Harris a las voces, y además se movió e hizo moverse al público notablemente, la banda en general sonó compacta y sin mucho alarde, y de las seis cuerdas de Tatler salieron una vez más todos esos himnos que crearon escuela. Por cierto, muchas gracias a Dave Mustaine por recuperar a todo un clásico, Metallica pueden seguir haciéndose acompañar con sus Slipknots de turno.

Comenzaron la descarga con “It’s Electric”, una de las últimas revisiones de Hetfield y cía., tampoco faltaron a la cita perlas como “The Prince” (otra), “In The Heat Of The Night”, el tremendo “Sucking My Love”, del que se despacharan a gusto Metallica con su “Seek & Destroy”, “Helpless” (y dale), cosas más nuevas como “Mine All Mine” o “Kiss Of Fire”, y desde luego el celebérrimo “Am I Evil?”, que recibió el clamor del público e incluso la reverencia a Brian Tatler de su propio bajista (no es pa menos).

No estuvieron mucho sobre las tablas (obviamente no eran de los platos fuertes, independientemente de que lo merezcan o no), pero lo que estuvieron fue más que suficiente para demostrar que se encuentran en un óptimo estado de forma, quizá por fin el tiempo les esté dando la razón. Por eso y más, larga vida a Diamond Head. 

Los alemanes Bonfire eran otra de las sorpresas freak del festival, de esas formaciones que a estas alturas ya no esperas poderte encontrar, y la verdad es que no estuvo nada mal. Pues eso, sorpresas te da la vida.

Servidor iba un pelín a la defensiva con su actuación, entre otras cosas porque no pasé de sus dos primeros discos (“Don’t Touch The Light” – 1986, “Fireworks” – 1987), y poco sabía de su material más reciente y de sus andanzas en directo. Afortunadamente (para mí, claro) sonó mucho de esos dos discos (“Hot To Rock”“Don’t Touch The Light”“Never Mind”“Sweet Obsession”“S.D.I.”“Ready 4 Reaction”), y tampoco faltaron otras como “Bang Down The Door” (“Pointblank” – 1989), una rebautizada “Rock’n’Roll Cowboy” dedicada al público español (¿”Cowboy Español”?) o su famoso cover del “Sweet Home Albama” de Lynyrd Skynyrd, que alargaron hasta la saciedad y que supuso el punto más álgido del recital.

Definitivamente sonaron más guarros y directos que en disco -sobre todo su cantante Claus Lessmann, mucho más macarril que antaño, que se permitió una vuelta por el foso en plena actuación-, poco que ver con el Heavy Rock AORizado de sus comienzos, aunque ya digo que su pista la perdí hace tiempo, y puede que sea la tónica general de sus últimos trabajos. Significaron junto a Quiet Riot uno de los puntos más festivos del festival, valga la redundancia, y desde luego sirvieron de contrapunto ideal para los siguientes en subir a escena. Aprobados. 

Y tras el Hard Rock clásico y desenfadado de unos Bonfire, llegaba el turno de una de las bandas británicas que acuñó y portó la bandera del Doom Metal a principios de la década pasada, aunque tampoco tardaran mucho en mandarla al carajo (la verdad, mejor para ellos).

A estas alturas en las que estamos, es curioso ver cómo todas aquellas bandas que partieron de un mismo sonido (My Dying Bride, Paradise Lost, Anathema…) lo fueron puliendo hasta no parecerse entre sí lo más mínimo, algo lógico teniendo presente que el músico evoluciona y el estancamiento es el primer paso hacia el aburrimiento, y consiguientemente el olvido.

Y digo esto porque pese a que algunos los conociésemos en aquellos latidos, vemos lógico -y por ello pasamos por alto- el hecho de que ya ni se acuerden de cosas como “Serenades”, pionero en su estilo, está claro que su carrera giró hace tiempo hacia otros derroteros, qué duda cabe que mucho más ricos y prolíficos.

De esta forma, cualquier esperanza por reencontrarse en vivo con unos “Sleepless” o “Sweet Tears” fue vana desde el principio, y si mal no recuerdo poco o más bien nada sonó desde aquel volantazo que supuso “Eternity” (1996) hacia atrás. En su defecto y como cabía esperar, los hermanos Cavanagh ofrecieron un concierto de rock puro y duro, de tintes melancólicos y grandes desarrollos instrumentales pero a la vez muy enérgico, con una intensidad que ya la hubieran querido por ejemplo sus paisanos Benediction. El repertorio, como ya digo, se centró básicamente en su última etapa, la más Pinkfloydiana, y así sonaron piezas como la emotiva “One Last Goodbye”“Parisienne Moonlight” o “A Natural Disaster”, con un numerosísimo público congregado y una banda dándolo todo en el escenario.

Insisto, una de las mejores actuaciones del festival, quizá un tanto fuera de contexto -sin duda su música se presta a escenarios más íntimos-, pero que por otra parte sirvió para que los desconocedores del grupo en general y los que los teníamos un tanto abandonados en particular nos pongamos las pilas en breve. Otros para anotar en ‘revisitas’. 

Otros que, al igual que Diamond Head, no se sabe si están o dejan de estar. Pero como a nosotros eso nos la trae al pairo y a nadie le amarga un dulce, ahí estaba el viejo de Mark Reale con un puñado de mercenarios para alegrarnos los oídos (que no la vista), entre ellos el Messiah’s Kiss, Holy Mother y Burning Starr, Mike Tirelli, al micro, que suplía la vacante de su tocayo DiMeo (en otros menesteres) y ponía de muy mala uva a los más jebis del lugar.

Lo cierto es que su actuación fue de las más deslucidas de todo el festival, primero porque padecieron de todo y más (acoples, apagones, etc.), y segundo porque ahí cada uno apareció como le vino en gana, sin el más mínimo acuerdo visual de cara al público (como si de una jam session se tratara, vamos). Sí, es cierto que los grupos ofrecen ante todo música, obvio es ello, pero también lo es que cuando alguien paga x dinero y se molesta en acudir a un festival siempre quiere –y se le debe- algo más.

Con todo y con eso tampoco veo lógicas las críticas del sector más anacrónico, a mí al menos la indumentaria new fashion del señor Tirelli no me impidió apreciar las facultades vocales que demostró. La banda por su parte estuvo correcta, y teniendo presente la condición de supporter del grupo en el festival tampoco es para quejarse del repertorio, que intentó condensar tres décadas en apenas una hora, ardua tarea:

Narita
Angel Eyes
The Man
Twist of Fate
Hard Lovin’ Man
Flight of the Warrior
Outlaw
Glory Calling
Through the Storm
Road Racin
Thundersteel

En los instantes previos a la salida del grupo, en la zona contigua al foso de fotógrafos, inquiría a un fan de la banda bien indumentado con la camiseta del “Sons Of Society” acerca de información relativa al directo actual de ésta, y ni tan siquiera él sabía cómo se desenvolvería el asunto. Tras sonar “Thundersteel”, que sirvió de cierre anticipado de la descarga (si no me equivoco quedaban dos temas más), la cara de satisfacción en el seguidor era más que palpable. Con ella me quedo.

Texto: Bubba

A pesar de los bailes de confirmaciones y horarios que nos hizo sufrir el Atarfe, como diría Forrest Gump el festival parecía una caja de bombones, porque siempre estabas a expensas y con la oreja puesta por si había un cambio a última hora, una de las cosas que me gustó de este año es lo variopinto de los grupos que estaban en el cartel, donde convivían desde la tralla de Megadeth al doom de Candlemass y grupos curiosos como los teutones Haggard.

Se abre el telón y ante mi sorpresa veo lo abarrotado que estaba el escenario. Empezando desde dentro a fuera del escenario, estaba al centro del todo el batería, un pelín mas adelante y a la izquierda del habitáculo había una mini orquesta en toda regla compuesta por un violín, una viola, una flauta y un violonchelo. A la misma altura, a la derecha del escenario estaban los que hacían los coros, tanto operísticos como melódicos, coro formado por dos chicas y un caballero con pinta de cowboy sureño alcohólico (!!!), Fiffy Fuhrmann se llama el menda, que además de ejercer de tenor hacia de narrador, tocar la pandereta y de tragafuegos (!!!). En la parte central y en difentes distancias estaba Hans Wolf al piano y teclados, un caballero al oboe, el cantante y guitarrista Asis Nasseri, un bajo, otro guitarra y había otro señor que tocaba los platillos y percusiones varias.

La palabra espectacular se queda corta e insignificante ante tanta parafernalia y puesta en escena, quedando para un servidor muy atractiva. Tengo que reconocer que me gustan estas pijaditas. La propuesta de Haggard es un Heavy muy pomposo y recargado de coros, con voces guturales en plan cantante death, contrastando con unos coros tanto melódicos como operísticos y arreglos orquestales tan tipícos que se están llevando en el heavy actual.

Parecía que estaba viendo más un concierto de teatro que un grupo heavy (Rhapsody, aprende). Mucha presencia de gente entre el público. Las “piezas” que componen la descarga son más o menos, no están todas las que son, ni tampoco por orden, la libreta y yo estamos divorciados: Al inicio “De La Morte”“Her Majesty”“Havenly Damnation”“In a Pale Moon’s Shadow”“Awaken The Centuries” y alguna más. Lo malo los problemas de sonido, que se cebaron contra ellos, cayó algún que otro acople por poner un ejemplo, pero para mí la cosa sonó bastante bien, a pesar de la aparatosidad del grupo y del tiempo que tuvieron para ecualizar toda una mini orquesta.

Yo estaba embobado viendo el concierto, nunca había visto un híbrido de orquesta más un grupo de peludos. La respuesta del público fue muy buena, ya que las ovaciones entre canción y canción eran largas e intensas, llegando a motivar aún más al grupo. Al final los teutones salieron muy felices del envite, no se creían tanto calor y tanta buena respuesta por parte público (estáis en España señores, un poquito de pofavó), y se fueron contentos como unas pascuas por la gran acogida. Qué conciertazo. Una experiencia muy gratificante para el que suscribe, y la sorpresa del festival, espero verles otra vez, en mejores condiciones y con los deberes hechos.

Texto: José Vicente Santos “Santaje” 

Tras su última visita por tierras hispanas en la primavera de 2002, Quiet Riot, o mejor dicho, el 50% de Quiet Riot (Kevin Dubrow a la voz y Frankie Banali a la batería) volvían con su Hard Rock glamouroso y pendenciero, esta vez sin los clásicos Rudy Sarzo al bajo y Carlos Cavazo a la guitarra solista -ambos en otros menesteres y no muy contentos con la actitud del vocalista-, que este viaje eran sustituidos por Chuck Wright (bajo), que ya había militado anteriormente en filas, y el Beautiful Creatures Alex Grossi a la guitarra, sin duda una no muy buena noticia para los fans de la formación más clásica del grupo.

A pesar de ello -y con todos mis respetos a la otra mitad del grupo, claro-, los ‘Riot ofrecieron una muy buena actuación, bastante similar a la que les pudimos ver en Valencia en la pasada ocasión, aunque con un repertorio notablemente más ajustado (por motivos obvios) y si se me apura algo más rígido, por una parte por la elección más evidente de los temas, los más clásicos, y por otra por un mayor apego al guión en los mismos (Sarzo es mucho Sarzo).

Por lo demás, todo prácticamente igual que la última vez: Banali hizo de interlocutor desde la batería con ese acento chicano que le caracteriza, Dubrow volvió a lucir nueva prótesis capilar y una indumentaria festiva propicia para la ocasión, Chuck y Alex suplieron bastante bien a la parte exiliada del combo, y el público se lo pasó en grande con la mejor copia de Slade que parió madre. De éstos, cómo no, sonaron nuevamente “Cum On Feel The Noize” y “Mama Weer All Crazee Now”, sin duda los mejor recibidos, y entre otros propios como “Run For Cover”, que abrió la traca, “Slick Black Cadillac”“Love’s A Bitch”“Condition Critical”“Wild And The Young”“Let’s Get Crazy” (con fraseos de Van Halen y Ozzy incluidos) o “Metal Health (Bang Your Head)” pusieron en poco rato la nave patas arriba.

Por cierto, uno de los momentos más emotivos del concierto sin duda el de “Thunderbird”, balada que registraran en aquel mítico “Metal Health” de 1983 en honor al desaparecido Randy Rhoads, guitarrista original del grupo, y que no perdonan en directo desde su edición.

Gran concierto en definitiva el de estos remodelados Quiet Riot, que como decía al principio supusieron la nota festiva y marchosa del festival junto a los germanos Bonfire. Y, una vez pasada la fiesta, llegó la hora del holocausto nuclear… 

…porque eso fue lo que ofrecieron los nuevos Megadeth de Dave Mustaine, un concierto atómico.

La verdad es que íbamos con los pañales bien cargados (le podéis quitar la r) tras la noticia de la afonía de Mustaine en sus anteriores descargas por la península, pero aun así confiábamos en aquello de que la experiencia es un grado, y desde luego esta noche fueron varios.

El escenario, una vez bajado el telón, ya avisaba de que aquello no iba a ser un concierto de opereta clásica. Al fondo, una batería de similares características a la de “Rust In Peace”, con su base de enrejado y todo, nos ponía los dientes cual Ronaldo celebrando un gol. El micrófono de Mustaine, algo más bajo de lo normal, apuntaba a que cantar cantaría, pero también a que esta noche se dedicaría más a su ESP que otra cosa.

Y sin mucha dilación ni aparatosas puestas en escena, ahí teníamos a nuestro maestro de ceremonias con su habitual cara de vinagre, bien flanqueado a su izquierda por el ex King Diamond Glen Drover (guitarra), a su derecha por el ex Iced Earth James MacDonough (bajo), camiseta del “High Voltage” incluida, y al fondo por el más desconocido Shawn Drover, que se portó como un campeón. Fue empezar “Blackmail The Universe” y no parar hasta el cierre con una apoteósica “Holy Wars”, tras la consabida presentación de sus músicos y un final “this is me, this is my guitar and this is Holy Wars” que enloqueció al personal. Para los que no pudieron o no quisieron, he aquí lo que sonó:

Blackmail The Universe

Set The World Afire

The Scorpion

Wake Up Dead

In My Darkest Hour

She-Wolf

Angry Again

Guitar Solo (Glen)

Die Dead Enough

Trust

Kick The Chair

Hangar 18

Return To Hangar

Back In The Day

Sweating Bullets

Symphony Of Destruction

Tornado Of Souls

Peace Sells/Mechanix/Paranoid/Peace Sells

Holy Wars… The Punishment Due

Casi ná. No importó que Dave estuviera más cascado de lo habitual, ni tampoco que la banda fuera un tanto desconocida (ahora ya los conocemos), ni tan siquiera que se pasaran por el forro un disco como “Youthanasia”, del cual me considero ferviente admirador, aquello fue un concierto totalmente retro, como sacado de los días de “Peace Sells…” y “So Far, So Good…”. Adrenalina pura. Predominaron los pasajes instrumentales (el repertorio se prestaba a ello), la banda estuvo a la altura (buenos fichajes, sí señor) y desde luego el público también, que se coreó el repertorio de arriba abajo (buena muestra fue “Back In The Day”, en la que aparecieron Diamond Head como invitados especiales en el escenario). Al final, un público totalmente arrollado y entregado no pudo dejar de vitorear “¡Mustaine, Mustaine!”, el cual agradeció la presencia, pidió disculpas por su afonía y arrojó púas por doquier, como mandan los cánones.

Vi a Dave Mustaine más egocéntrico que nunca, es cierto, pero también lo es que el tiempo le ha dado la razón, y desde luego capitanear un buque metálico como Megadeth, con media tripulación pensado en otras cosas (Friedman y Ellefson) y la otra cuarta parte holgazaneando directamente (Menza) ya iba siendo harto difícil, y en esas condiciones tampoco es que fuera a navegar mucho, al menos con rumbo fijo.

Resumiendo, un concierto intenso como pocos he visto (no cesaba la distorsión del tema anterior y ya sonaba el siguiente), supliendo unas cosas por otras (lo que no fue en suspiros de Mustaine fue en lágrimas nuestras, menudo repertorio), y que de haber sido en otras condiciones, como un Dave en plenas facultades vocales y una formación más sólida, habría barrido de calle el festival y todos sus alrededores, quedándose así en un grandísimo concierto a secas, que no es poco. A todo esto, bienvenido a casa, sr. Mustaine. 

Rondaban las 3 de la madrugada, y nuestras fuerzas rondaban el mínimo justo para mantenerse en pie. Pero ver a Therion en directo no se lo puede permitir uno todos los días, así que como pudimos sacamos fuerzas de flaqueza y nos plantamos, esquinados eso sí, a ver cómo se las apañaba tanta gente en el escenario.

Digo tanta gente porque ya me diréis si además de un par de guitarras, bajo, batería y cantante solista, teníamos en frente a una soprano y a todo un coro operístico vestidos de época para la ocasión, bien enclavados en su sitio. Por el contrario, el director de orquesta Cristofer Johnsson (guitarra/voz) y sus muchachos no pararon de moverse durante todo el concierto, lo que resultó chocante y a la vez muy atractivo visualmente, sobre todo por el contraste.

A diferencia de lo que cabía esperar ante tanta ampulosidad musical, la banda sonó atronadoramente compacta, cada uno en su sitio, y no padecieron en ningún momento acoples o deficiencias en el sonido que impidieran el disfrute del personal, algo digno de asombro sobre todo si tenemos en cuenta actuaciones como la de Riot. Misterios sin resolver.

Leven (voz solista), Johnsson y compañía repasaron sus dos últimas obras con temas como “The Blood Of Kingu” “Typhon”, recordaron especialmente álbumes como “Deggial” con “Seven Secrets Of The Sphinx” (inolvidable esa guitarra), “Enter Vril-Ye” (vaya titulitos) o el heavymetalero “Flesh Of The Gods”, esta vez sin Hansi Kürsch a las voces (ni falta que hizo), y pusieron el broche de oro con el épico “To Mega Therion” del mítico “Theli”, cuajando una actuación como mínimo sorprendente, una pena que a esas horas ya estuviéramos pensando más en la piltra que otra cosa. Otros que no me importaría nada ver en solitario y sin dos días de música encima.

Texto: Bubba 

Después de la sacudida de Therion y de flipar de lo lindo tanto del sonido como del vozarrón de Mats Leven, les tocaba cerrar el evento a los alemanes por su pertinente cambio por Diamond Head.

Un cambio por el que en mi opinión se les vio el plumero, es curioso como Diamond Head, teniendo que tocar sobre las 4:30 de la madrugada, estuvieran por las inmediaciones a una hora tan temprana, antes de las 15:30, hora en la que tendrían que aparecer Rage. Pero bueno, tampoco es de sorprender, ya que la caída de Overkill y Udo a última hora daba pie a alguna sorpresita el sábado.

Sobre las 4 y pico de la madrugada y con un cansancio de tres pares (una pena que mucha gente no disfrutara del concierto debido al agotamiento), hacían aparición Peavy, Victor y Terrana.

“Don’t Fear The Winter” fue la primera en sonar, muy idónea para levantar a un público con muchas ganas de RAGE. El grupo suena de maravilla, muy cañeros y compenetrados, “Solitary Man” o “Firestorm” daban muy buena cuenta de ello, Terrana es todo un torbellino, se deja la piel en cada tema, Victor Smolski no para de moverse de un sitio para otro demostrando que es uno de los mejores guitarristas que hay en la escena, tanto por su elegancia para tocar como por la precisión que tiene a la hora de tocar los temas, aunque tuvo alguna mala pasada ya que en una ocasión se le desconectó el cable de la guitarra y se notó un vacío bastante importante, pero nada, cuestión de segundos y a seguir con el tema.

No tardaría en sonar otro clásico de la banda, la potente “Black In Mind”, donde Peavy canta como una bestia llegando a tonos bastante graves. “Paint The Devil On The Wall” fue el único recordatorio de aquel álbum donde debutó el gran Terrana y Victor Smolski, que aunque no debutaba sí era su primer disco serio con la banda.

El disco “Unity” fue el que eligieron para ofrecer más temas: “Down”“Set This World On Fire” y la propia “Unity” sonaron muy compactas, y ya en la parte más álgida del concierto sonó una muy potente “War Of Worlds” de su último trabajo.

Con el concierto sobre ruedas y con un público bastante metido en el bolsillo, sorprendentemente llegaríamos al final del concierto (“joder, si acabamos de empezar”, es lo que yo me preguntaba), y el tema elegido para cerrar no fue otro que la coreada “Higher Than The Sky”, tema que llevan tocando desde la edición del “End Of All Days”.

Evidentemente, debido al poco tiempo que les dejaron no sonaría ningún solo como hacen habitualmente, que en parte me alegraba, ya que para ver la calidad de Terrana y Victor me sobra con verlos tocando los temas.

Un gran concierto, con un sonido muy bueno durante todo el show, aunque muy corto, sobre 1 hora más o menos y con menos gente de la esperada (una pena). A mí me causaron muy buena impresión, sobre todo Victor Smolski, menudo fiera, el tío mueve el concierto él solito. Quizás con un poco más de tiempo podrían haber sido uno de los grandes triunfadores del sábado, pero bueno, esa sonrisa durante todo el concierto no me la quita nadie.

Texto: Montywar

Y con esto, unas tostadas de jamón y queso y un café nos volvíamos nevando leches a Alicante, en una jornada de coche que mejor no relatar. Sólo añadir, ya en líneas generales, que el festival pasó la prueba en algunos puntos (horarios, avituallamiento, acceso al recinto), pero en otros dejó bastante que desear, como en el caso de los aseos móviles (pocos y mal avenidos) y sobre todo a la hora de cumplir lo prometido: señores organizadores, tengan ustedes en cuenta que el público no es tonto, y el hecho de que haya colado un año (o dos… ¡o tres!) no significa que vaya a estar pagando entradas de festivales toda su vida a la espera de que aparezca el grupo que ha ido a ver. Y no, ya no sirve aquello de que “la organización, en un esfuerzo titánico ha reemplazado la ausencia de x para traer a y”, porque cuando uno tiene ganas de cagar no va a mear o viceversa, no sé si me explico.

Por último dar las gracias a mis compañeros de viaje (Santajeibol, Toxic Twins, Espétec y Antonio Ozores), a los que me encontré por allí (Nico, Bea, Pedro de la Ría, Marcos, Celia, Torete, Sergio, Jose, Paco ‘Brave sr. Santillana’, Raquel de Madrid, Dioni de Novelda, etc.) y a los que además se echaron un cable (Monty, Javi de Almería y Lemmy de Motril), como diría Rosendo, agradecido. Nos vemos por ahí.

Texto: Bubba, excepto marcados: Santaje, Montywar

Fotos: Bubba, excepto Candlemass, Megadeth y Therion: Lemmy