KANSAS + SYD BARRETINA – Viernes 17 de junio de 2005, sala La Riviera (Madrid)

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Llevaba esperando esta oportunidad de ver a Kansas desde hacía veintitantos años y, aunque estaba de trabajo hasta las cejas, me escapé (literalmente) de un Congreso en la otra punta de Madrid y me dispuse a nadar entre sudor y recuerdos.

La Riviera recibió a los cinco músicos americanos con un lleno holgado, quizá más holgado de lo que hubiera sido óptimo, en el que las melenas al viento dejaron paso a las frentes despejadas y a una gran dosis de experiencia acumulada. El calor se masticaba, por lo que había que reponer líquidos, pero la puñalada de la barra aún me duele en el primer espacio intercostal.

Bien, vayamos al grano, la cosa empezó con “Belexes” pero no todo lo bien que debiera. Tengo que reconocer que me sorprendió que una banda como Kansas las pasara canutas para acoplarse en la primera canción, pero mi sorpresa aumentó cuando el teclado de Steve Walsh decidió él solito no sonar, y mantuvo esa actitud hasta pasada la mitad del concierto. Me parece impresentable que un grupo como este no tenga instrumentos de repuesto y tengamos que escuchar canciones capadas, y eso por no hablar de los técnicos… Se ‘fue’ la fuente de alimentación, y hasta tres cuartos de hora después no la puentearon con una manguera -que fue la solución-. Mientras tanto, Walsh se limitó a tocar con un solo teclado (piano) entre las risas de resignación, la sorna de los técnicos y el cachondeo general del público. Lamentable.

En estas estábamos cuando recibimos otra sorpresa más, esta agradable, al empezar a sonar los primeros acordes de “Paradox”, mi tema favorito de Kansas de toda la vida. Lástima del teclado, pero ahí estaba el trabajo de Robby Steindhardt (violín y voz) para cubrirle. La voz de Walsh parecía en forma, aunque en ocasiones daba sensación de quebradiza.

“Opus Insert” “Miracles Out Of Nowhere” sonaron a continuación, todavía con las últimas luces de la tarde y el techo de la sala a medio cubrir. Phil Ehart (batería), siempre con rostro serio, disimulaba su contrariedad por el asunto del teclado, pero se le escaparon algunos gestos de mosqueo considerable.

Lo siguiente en sonar fue “Icarus”, en una versión bastante descafeinada por el problema ya explicado, aunque con toda la sala cantando a coro aquello de “sailor…sailor…”. Seindhardt presentó “Song For America”, que clavan con el público entregado. Richard Williams empezó a tener problemas también con su guitarra en “The Wall” (problemas que más adelante se convirtieron en quedarse sin sonido durante un buen rato), pero como no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, en “Bringin’ It Back” aparecieron los técnicos con una chapuza en el teclado que le sirvió a Steve Walsh para poder tocar por fin, y al público para regalarle un merecido aplauso (aunque tardaron una eternidad en montarlo, increíble). Por cierto, en “Bringin’ it back” intercalaron retazos de “Down The Road”, con momentos de lucimiento para cada músico, incluido Billy Greer (bajo), un tipo que puede pasar desapercibido para cualquier neófito, pero que realiza un trabajo de soporte indispensable en todo el sonido del grupo.

En la recta final se marcaron un “Magnum Opus” de quitarse el sombrero, “Point Of Know Return” con la sala totalmente volcada y el final con la genial “Portrait”.

Para los bises las indispensables “Dust In The wind” y “Carry On Wayward Son”. Apoteósico pero prematuro final, sobre todo vista la insistencia con la que el público pedía más. Seguramente nos tiramos pidiendo otra unos quince minutos, y en vista de que el grupo no se asomaba, los técnicos que desmontaban el equipo empezaron a tirar baquetas, toallas, púas y todo tipo de ‘recuerdos’, supongo que para paliar en parte la decepción del respetable.

En resumen, una gran banda, un buen concierto y unas adversidades que fueron superadas con habilidad y tablas. Lástima de haber presenciado la mitad del concierto capao, pero son las cosas del directo. Imperdonable habérselo perdido.

Por cierto, no he comentado que Syd Barrettina volvió a ‘deleitarnos’ con sus versiones acústicas de clásicos de Pink Floyd durante media hora antes de que aparecieran Kansas. No es por desmerecer el trabajo de este tipo, pero si lo van a colar en cada concierto de grupos progresivos (Asia, Kansas, etc.) ya podía buscarse una banda que le acompañara e hiciera un poco menos cargante el set, aunque para esta ocasión contara con la ‘colaboración’ de un guitarrista que terminó de destrozar la actuación.

Lo dicho, a ver si repiten en mejores condiciones.

Texto: Alvar de Flack