VIII LORCA ROCK – Sábado 18 de junio de 2005, Huerto de la Rueda (Lorca – Murcia) 

¡ Comparte esta noticia !

Verano + Lorca = Heavy Metal. Fácil y agradecida suma a la que nos tiene acostumbrada esta localidad murciana año tras año, llegando a su octava edición. Si algo hay que buscar también en este festival es la apuesta de su organizador, Marcos, en traer por estas latitudes un cartel que pueda satisfacer gustos diversos, a saber: Iron Maiden (casi para todos los gustos); Dream Theater (Metal y Progresivo en dosis exquisitas); Stryper (Hard recuperado del recuerdo, y única actuación en Europa); Lacuna Coil (las oscuribellas melodías del metal italiano); Angra (Power brasileño, en lugar de los “piratas hundidos”); Dragonforce (más Power masturbamástiles) y Legen Beltza (Thrash desde Euskadi). 

Pero la mejor de las sumas en Lorca es el reencuentro con la gente que ves de festival en festival, con los que casi siempre estamos allí, este año a pesar de un precio algo alto (supongo que no ha de ser barato traer a las tres primeras bandas), y recordar a los que no lo están por motivos diversos. Oír y ver la música, hablar, gozar, beber, fumar, reír, soñar, disfrutar, _________ (pon tu infinitivo favorito aquí). Eso es lo que buscamos en Lorca los que nos juntamos cada temporada, este año, según creo, unas 15.000 almas.

Sobre las 15.45 llegamos al recinto bajo un verdadero sol de justicia. Debo pedir perdón por no incluir nada sobre Legen Beltza y Dragonforce, ya que llegamos de Almería para la actuación de Angra y no los vi. Espero y deseo que sus fans quedaran satisfechos. En fin, nada más entrar al recinto nos apalancamos junto a la barra de las bebidas por dos motivos más que obvios, el líquido elemento y la poquita sombra que proporcionaba el techao que la cubría. Y empezamos a impacientarnos porque hasta tres cuartos de hora más tarde de lo previsto no saltaron Angra al escenario.

A las 16.45 las huestes de Loureiro y Bittencourt salieron a tocar “Spread Your Fire”, aunque poco se les oía, pues la voz de Edu no salía por el P.A., y aunque poco a poco se fue recuperando, no sonaron nada bien y fue bastante frustrante oír “Waiting Silence” y “Acid Rain” de esa manera.

Decir que ellos aguantaron el tipo al tirón, incluso cuando al terminar “Nothing to Say”, cuarto tema del repertorio los querían echar del escenario, supongo que por culpa del tiempo. Tocaron para finalizar “Carry On”, con el pipa de organización desesperado por sacarlos del escenario y discutiendo airadamente con el técnico de monitores. Llamados a última hora para tocar 25 minutos y mal sonorizados. Lamentable.

Empieza a recortarse el retraso y con diez minutos de más salen Lacuna Coil al escenario. Una promesa hecha realidad. Si muchos no los conocían hasta entonces, espero que vayan rápido a bucear en su maravillosa música. Claro, que no se dará esta situación gracias al sonido que tuvieron que soportar al inicio de su actuación. (“Joé! Que son más de 70€ para tener que aguantar esto”, decía alguien a mi lado, y tenía más razón que un santo). Si la música de los italianos es para ser disfrutada en ambientes cerrados, bajo una cerrada oscuridad, ni la hora ni las condiciones técnicas le acompañaban. Pero Andrea Ferro y Cristina Scabbia son una pareja de ensueño: él con sus voces guturales y ella con la mayor de la sensualidades hicieron que todo eso se fuese olvidando. Negra ropa para todos y buenos movimientos sobre el escenario, en especial los “cara a cara” de los vocalistas.

Tocaron “Swamped”“Self Deception”, la preciosa “Halflife”, una en su lengua materna “Senzafine”, una nueva que no creo que Cristina dijera el título, pero que demuestra que siguen por el camino del “Comalies”, “To Live Is To Hide”“When A Dead Man Walks”“Tight Rope” para terminar con “Heaven’s a Lie” y “Daylight Dancer” (muy apropiado el título, sí señor). Espero verlos en su gira donde seguro que dan un cien por cien.

Con cinco minutos de adelanto se plantan sobre el escenario los componentes del Teatro de los Sueños (No, los jugadores del Manchester no, LaBrie gafas-de-sol y cía) y suena el “As I Am” de inicio. Olé, un tema para levantar a todo Lorca. Los problemas de sonido se han subsanado, o al menos ya no son tan flagrantes como antes y Dream Theater se encargan de que el calor parezca que remita y todo, sobre todo cuando siguen con “A Fortune In Lies”, del “When Day and Dream Unite”. ¡Ah! ¡Qué joyica! Si Dominici hizo que este tema me abriese las puertas del Teatro, James hace que lo disfrute como obra clásica recuperada.

“Under A Glass Moon” nos hace dar un paso adelante en su carrera y todos se muestran impolutos con sus instrumentos, en especial el pulpo Portnoy. Si es que parece que le falta batería.

Tienen disco nuevo, no se nos olvide, “Octavarium”, y nos traen dos temas de presentación, “Panic Attack” y “Never Enough”, que no tuvieron un recibimiento tan entusiasta como sus predecesores y las siguientes. Habrá que darles tiempo a que calen en sus fans.

Según mis notas siguieron con el ‘Jingingilin in London’ (¡Ay no!, que esto es un detalle granaíno), siguieron con “Endless Sacrifice”, para darle gusto a los cuellos de los más empeñados en sus gustos “metallicos”, y otra sorpresa, “Peruvian Skies” (Poor Vanessa!) del denostado “Falling Into Infinity” con un Petrucci pletórico.

Todo iba muy bien hasta que fue a mejor: “Fatal Tragedy” “The Spirit Carries On” (¡Qué estribillo más requetebonito!) hicieron que los pelos de muchos fueras auténticas escarpias. Y de postre, “Pull Me Ander”, con todo el recinto coreando el estribillo y gran parte de la canción, buen y típico truco del vocalista para descansar un poquito la garganta, tras hora y veinte minutos de concierto. Creo que a este tema le añadieron una parte final distinta o tal vez de otro tema, pero mis apuntes lo ignoran lo mismo que yo.

Y llega la Doncella, ya entradita en años, pero rejuvenecida con la edición de “The Early Years”. Con diez minutos de adelanto sobre el horario de la organización – que bien le habrían venido a Angra – suena “The Ides Of March”, para que Iron Maiden haga su entrada triunfal con “Murders In The Rue Morgue”. Y Lorca estalló en un júbilo comunero viendo como sus héroes de siempre rescataban de la memoria tema tras tema de sus cuatro primeros álbumes, como Dickinson nos recordaría más tarde, y nos quitaban unas canas de encima y nos ponían más pelo – aún.

El escenario, con un enorme letrero de la Avenida Acacia, iba cambiando con diferentes telones según el tema interpretado: “Another Life”“Prowler”“The Trooper” (de los más coreados) “Remember Tomorrow” (muy acertado y maravilloso) o un sorprendente “Where Eagles Dare”, donde Bruce se lució al final con su agudo grito.

Los éxitos caen uno tras otro y el éxtasis y la cara de felicidad va en aumento: “Run To The Hills”, con la peña reventándose las gargantas para seguir la canción, “Revelations”, y “Wrathchild”“Die With Your Boots On” brilló con luz propia, igual que “The Phantom Of The Opera”, donde me pareció que metían una pequeña intro parecida a la de “The Number Of The Beast”, que curiosamente sería la siguiente en caer, ¿fallo?, no sé, pero no creo que a nadie le importara mucho, tras ser “Hallowed Be Thy Name” coreada por todo el recinto (Scream for me, Lorca!), y para terminar el set “Iron Maiden” con un enorme Eddie maniatado por una camisa de fuerza.

Para los bises “Running Free”“Drifter” y un recuperado “Sanctuary”, para terminar en 1.35 minutos. Total, que dirán ellos que lo bueno, si breve dos veces bueno, pero para mi que se les debe dar un buen tirón de orejas. Un conciertazo, con un gran repertorio, pero hora y media nada más me suena a timo, lo siento por sus incondicionales.

Y tras la descarga británica, llegaron los americanos Stryper. He de reconocer que tenía curiosidad por verlos, como creo que la mayoría del público, pues se quedó muchísima gente a su actuación, pero poco a poco me fueron recordando por qué nunca me llegaron: unas melodías fáciles y un hard demasiado meloso (no pretendo ser el Defensor de la Fe Metálica, el cielo me valga, pero flojitos). Sí me sorprendió lo buen batera que es Robert, y su manera de colocar su batería, de lado hacia el público.

Cayeron, entre otros, temas como “Loud And Clear”“In God We Trust”“Calling On You”“Soldiers Under Command” y “To Hell With The Devil” en el bis. Al finalizar la actuación, Michael pidió la colaboración de un pipa para que le ayudara a traducir el rezo que hizo, gesto que fue recibido por mucha gente con silbidos, lo que me demuestra el poco respeto que hay. Si hubiera sido un noruego de negro y blanco invocando a Satanás, seguro que muchos se hacen pedazos allí delante. ¿Dónde se encuentra el respeto? Dile tú que lo ando buscando yo… Decir también que no fueron mayoría. La mayoría fue indiferente o lo escucharon simplemente. La mayoría gozó y disfrutó en el sureste de una metálica tarde-noche de verano. 

Texto: Javier Rubio “Deuce”