CATHEDRAL “Forest of Equilibrium” (1991)

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cathedral_forestofequilibriumEn Coventry, ciudad del centro del Reino Unido, se pueden ver todavía hoy las ruinas de una catedral bombardeada por la aviación nazi. Cuando uno la ve no puede evitar recordar un monumento colosal, grandioso, una creación hecha para imponer la fe a los disidentes. Una construcción de una belleza sin par, pero a la vez terrorífica e imponente, de un contraste similar al que se experimenta al escuchar a la Banda -con mayúsculas- de la susodicha ciudad.

Cathedral es uno de los grupos ingleses más interesantes de la historia del Rock. Su primer disco, este “Forest of Equilibrium”, constituyó un pilar fundamental para el género que acabó llamándose Doom Metal. Bien es cierto que no fueron los inventores del sonido, pero sí los que le dieron un molde, una hoja de ruta, los que lo dotaron de autonomía. Con razón más de uno los enmarca dentro de “la segunda oleada de Doom”. Los grupos anteriores del género -a saber, Pentagram, Candlemass, Witchfinder General, Trouble y Saint Vitus, entre otros- estaban enraizados en Black Sabbath, en Judas, o incluso en géneros como el Punk y el Rock psicodélico. Cathedral consiguió actualizar ese sonido y tener un ojo puesto en el Death Metal, tendencia que muchos grupos acabaron por adoptar junto con el imaginario cristiano (los australianos Paramaecium, por ejemplo).

Por decirlo de algún modo, Cathedral fueron los primeros que dejaron de mamar del pecho materno y aprendieron a andar ellos solitos. Cuando uno escucha su sonido, no duda ni un instante en señalar la influencia de los de Birmingham, pero a la vez hay que concederles un carácter único, un sonido muy suyo que deja boquiabierto a la primera escucha. Si sorprenden hoy en día, el mérito se multiplica al pertenecer a los primeros noventa, y especialmente a Inglaterra, donde este género era casi desconocido.

La influencia de los géneros extremos, que justo despegaban en la época, es de vital importancia para entender bien este disco. La experiencia ganada con Napalm Death sirvió a Lee Dorrian para elaborar unas líneas vocales muy duras pero bien adaptadas a la atmósfera de los temas; del mismo modo, Adam Lehan, fan confesado de Venom, tenía muy presente el Metal extremo a la hora de elaborar el sonido de la banda. Finalmente, el hecho de que fuera editado bajo Earache Records también nos vuelve a situar en medio de la escena extrema.

Dorrian ha renegado alguna vez de las etiquetas con las que los críticos pretendían encasillar su música: los de Coventry recuerdan a bandas muy dispares, algunas de ellas contemporáneas y otras ya leyendas en su época, adaptando todos los elementos para crear un muro sonoro muy sólido, bien compaginado, y por encima de todo, muy estático. Escuchar “Forest of Equilibrium” es como nadar con ropa, como si la gravedad subiera de golpe. Los temas son lentos con honrosas excepciones (“Soul Sacrifice”), cargados de riffs muy pesados y un ritmo muy marcado. La voz, a ratos gutural, se escucha al mismo nivel que las guitarras, sin destacar ni sobrepasarlas. Se atreven con introducciones acústicas, con flauta y acompañamientos de guitarra clásica. Y las letras, señores, son un tema aparte: mórbidas y depresivas, vale la pena tenerlas presente para entender el disco en su totalidad. La banda incluso cuela un poema de David Park Barnitz en la letra de “A Funeral Request”.

En resumen, “Forest of Equilibrium” es un disco bastante minimalista en los medios pero que consigue lo que busca: que al escucharlo te metas de lleno en esa vieja catedral de Coventry, escuchando las bombas cayendo desde el cielo, catapultándote en las tinieblas… como los riffs del disco.

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Jaume «MrBison»