RATA BLANCA – Viernes 3 de marzo de 2006, sala Heineken (Madrid)

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Los argentinos Rata Blanca están plenamente asentados en nuestro país. Sus extensas giras, descargando su buen hacer por multitud de ciudades de la geografía española, así lo demuestran, y la decisión que tomó en su día su líder, el guitarrista Walter Giardino, de establecer su residencia en nuestro país, no ha hecho sino fortalecer estos vínculos entre el público español y el excelente combo argentino.

En esta ocasión llegaban a la capital de España para presentar su nuevo y flamante disco “La Llave de la Puerta Secreta”. El sitio elegido para ello fue la recién rebautizada sala Heineken (antes llamada sala Arena), un recinto que se mostró claramente insuficiente para la capacidad de convocatoria de este grupo. Las entradas se agotaron con celeridad, y se tuvo que añadir un concierto más la semana siguiente en la misma sala, para satisfacer la gran demanda de localidades. Todo ello contando, además, con que el promotor calculó el aforo del local con el viejo método del “X+1”, es decir, “da igual los que haya, que siempre cabe uno más”. El fantasma de la sobreventa de entradas nos vino a la cabeza a todos los que allí nos apretujábamos, aunque bien es cierto que no podemos hablar con números en la mano.

Todos los allí asistentes estábamos deseosos de ver a la banda. La presencia en mayor número del habitual de público sudamericano era una consecuencia lógica del tirón que tiene el grupo argentino entre los muchos inmigrantes que viven en Madrid.

Rata Blanca están en un momento óptimo de su carrera. Su fe y confianza en su trabajo hicieron que gran parte de su concierto estuviera dedicado a tocar canciones de su último disco, “La Llave de la Puerta Secreta”. Esta confianza era correspondida por el público, cantando y coreando cada canción como si fueran clásicos, demostrando que este nuevo disco ha calado entre sus fans. El arranque con la intro del último disco y la propia “La llave de la puerta secreta” hizo que el concierto calara en el público desde el primer momento.

Aún así, como es habitual, la mayor explosión de júbilo viene con los temas algo más antiguos, como se demostró con los primeros acordes de “Volviendo a casa”, cantada unánimemente por todos los que nos apretujábamos en la sala, algo que se repitió en “La canción del guerrero”, otro de los clásicos que están asentados plenamente en su repertorio.

Walter Giardino y Adrián Barilari se reparten la atención en el escenario. La obsesión de Giardino por Richie Blackmore es patente, tanto en su vestimenta, elección de guitarra como en sus movimientos, calcados a los del astro británico. Llama la atención su figura espigada, sobre todo porque su altura hace mucho contraste con Adrián Barilari, al que saca dos cabezas. Ambos lideran el grupo y son el centro visual del grupo en escena, quedando Guillermo Sánchez (bajo), Fernando Scarcella (batería) y Hugo Bistolfi (teclados) en un segundo plano.

Como os decía, los temas nuevos no desentonan ya que son acogidos con calidez. El excelente medio tiempo “Aún estás en mis sueños” es cantada por la mayoría de los presentes, consiguiendo un ambiente cálido que contribuyó al éxito del concierto.

Precisamente uno de los momentos álgidos del concierto vino de la mano de uno de los temas nuevos. Una intro de teclados a cargo de Hugo Bistolfi da paso a una impresionante versión de “Guitarra española”, que sirve como lucimiento a todos los componentes del grupo, incluido un breve solo de batería de Fernando Scarcella, y en el que Walter Giardino demostró también su buen hacer a las 6 cuerdas, con un estilo a medio camino entre Yngwie Malmsteen y Richie Blackmore, dos referentes de miras muy altas. Adrián Barilari demuestra también su buen estado de forma, con una gran voz que no dio síntomas de fatiga en todo el concierto.

Tras este gran tema, Giardino toma el micro y se dispone a presentar a uno de los invitados que estaban anunciados. Se trataba del carismático ex-portero del Atlético de Madrid, Germán “Mono” Burgos, quien ha hecho sus pinitos también en el mundo de la música. Recibido entre aplausos y cierto asombro, dada su imponente figura, aún más alto que Walter Giardino. La curiosidad nos embargaba a todos ¿cómo se desenvolvería entre músicos profesionales? La verdad es que pasó la prueba con nota. Su grave y potente voz bordó el blues elegido para la ocasión. Un solo tema no sirve para valorar su talento, pero al menos cumplió y no defraudó la curiosidad despertada. Acostumbrados a ver a Giardino tan grande al lado de Barilari, la presencia del “Mono” Burgos no pasó desapercibida al propio guitarrista, quien le despidió comentando que “¡nunca había tocado con un cantante tan alto!”

Pero si la presencia de Germán Burgos había levantado curiosidad, el siguiente invitado provocaba mucha más expectación. Ni más ni menos que Dougie White, aquel cantante que facturó el excelente último disco de Rainbow (“Strange in us all”) y que en su currículo también figura su presencia junto a Yngwie Malmsteen.

Con estos antecedentes, su inclusión en un show de Rata Blanca es algo casi natural, dada la fijación del grupo en general y de su líder Giardino en particular en Rainbow. Así que nadie se extrañó demasiado cuando se arrancaron con un trepidante “Kill The King”, ejecutado magistralmente tanto por el grupo como por Mr. White, que demostró tener muy buena voz, potente y con garra. Ni que decir tiene que la sala se venía abajo con la interpretación de este mega-clásico. Tras él, Adrián Barilari salió a escena para acompañar a Dougie White en otro tema de la misma época (incluso del mismo disco): “Long Live Rock and Roll”, en el cual estuvieron algo más titubeantes.

Tras estas dos versiones de Rainbow, Dougie White se despide y el concierto siguió con el repertorio original de Rata Blanca, pasando de estos clásicos del año ’78 a temas del último disco, en concreto “La otra cara de la moneda”, muy bien aceptada por la concurrencia, y el tema más lento de los interpretados esa noche, la balada “Mamma”, incluida en este último disco. El comienzo tierno y lento fue ganando en intensidad, con Walter Giardino exultante llevando el peso de la canción, terminando con un solo de guitarra de la escuela Malmsteen, tras el cual el grupo se despide de todos nosotros.

No tardan en salir, acompañados de nuevo de Doogie White. Fernando Scarcella comienza un redoble de batería que va siendo acompañado paulatinamente por el resto del grupo en lo que es el inequívoco inicio de “Highway Star”. Las palmas echan humo y sentimos cómo este viejo tema de Deep Purple sigue levantando pasiones, lo toque quien lo toque. Doogie White se ha atrevido con las líneas de voz de Dio y Gillan. ¿quién falta? Las dudas se despejan cuando Walter Giardino ataca con el rabioso riff de “Burn”. Para este tema, Adrián Barilari vuelve al escenario para cantar a dúo con White. La voz de Barilari, más dotada para alcanzar agudos, toma el papel de Glenn Hughes y Dougie White se mete en la garganta de David Coverdale. Y nosotros, disfrutándolo.

Tras la despedida, esta vez definitiva, de Dougie White, Rata Blanca finaliza el concierto con uno de sus clásicos propios, que también los tiene, como fue “La Leyenda del Hada y el Mago”, con el que terminan, con un estruendoso final en el que Walter Giardino arrancó una a una las cuerdas de su guitarra para entregárselas al personal de las primeras filas.

Un buen concierto de un grupo en plena forma. Seguramente la mejor banda de habla hispana de la actualidad. Y que dure.

Texto y fotos: Shan Tee