ROBERT PLANT + LOS MARAÑONES – Domingo 29 de julio de 2007, Polideportivo Municipal (Los Alcázares, Murcia)

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Acaban de apagarse las luces y los acordes del riff de “Whola Lotta Love” todavía resuenan en mis oídos. Sigo de pie, mirando el escenario a pesar de saber que los músicos no van a volver a salir, que el concierto ha terminado. Sigo en pie porque intento asimilar lo que he vivido, lo que he visto y lo que he oído, por si algún día tengo que contárselo a mis nietos. No diré que fue algo histórico, Plant da muchos conciertos como éste a lo largo del año, pero sí que fue historia, por lo menos parte de mi propia historia.

En estos días llenos de mediocres reclamando una parte de un pastel que nunca fue suyo, es reconfortante encontrarte con un tipo de la magnitud de Robert Plant. Nunca volvió porque nunca se fue y es de los pocos que puede hacer lo que quiere sin ese regusto amargo que dan las viejas glorias, ya acabadas, buscando lo éxitos de un pasado que nunca volverá. Con Plant es diferente por muchos motivos: porque tiene una estado de forma y una voz excepcional, porque sigue siendo un sex symbol cargado de sex appeal a pesar de superar las seis décadas de vida, maneja el repertorio como un prestidigitador maneja una baraja francesa y porque se le ve disfrutando con lo que hace porque lo que hace es exactamente lo que quiere hacer. Lleva a sus espaldas una banda muy completa, que lo arropa en todo momento con el único objetivo de trabajar para el jefe, para la única estrella del show, aunque ésta les deje a veces sus pequeños momentos de protagonismo.

Con escenario austero pero grande, una noche excesivamente calurosa y un sonido nítido y cristalino se presentaba el cantante de Led Zeppelin en Murcia (digo cantante de Led Zeppelin y no “ex Led Zeppelin” como estúpidamente ponen los carteles promocionales del concierto con la esperanza, pienso yo, de recaudar algo más). De Los Marañones, grupo que abrió el concierto, no diré nada aunque sonaron muy bien. No diré porque allí fuimos a ver a Robert Plant, y aunque éstos me parecen una grandísima banda que llevo siguiendo desde hace veinte años, Plant es demasiado Plant como distraer la atención en ellos.

Del público tampoco hay mucho que decir. Como siempre pasa en estos casos se divide entre los que fueron porque aman la música, aunque pocos, muy pocos, conocían la extensísima carrera en solitario del rubio cantante, y los catetos que fueron a oír “Stairway To Heaven” y salieron decepcionados. Pero el comportamiento de todos durante el concierto fue perfecto; cantando, coreando y aplaudiendo hasta reventar.

Los acordes de “Tin Pan Valley”, del fantástico último disco, acaban de empezar, de repente el público rompe a gritar y aplaudir y, sin tiempo a reaccionar, me encuentro frente a frente con uno, no ya de los mayores iconos de la historia de la música bla bla bla, sino con una de las figuras, de las obsesiones que me persiguen desde hace casi 25 años. De repente, digo, tenía delante de mis narices a Robert Plant. Con más arrugas, sí, pero con el mismo pelo que lucía cuando volaba en Zepelín, marcando el mismo paquete que cuando tenía veinte años y supurando rock & roll. No había terminado esta primera copla, endurecida con respecto al original, y ya había tirado el pie de micro con rabia y encandilado a los presentes con todo su repertorio de movimientos. ¿Y la voz? Impoluta y pletórica pero no adelantemos acontecimientos.

Para qué esperar, con el tercer tema llegan, reconstruidos, los acordes de “Black Dog”. “Hey, hey, mama, said the way you move. Gonna make you sweat, gonna make you groove”. Éxtasis, catarsis, todo lo que ustedes quieran y más. Cierro los ojos y dejo que la música me lleve, sin escaleras, al cielo. “Hey, hey, baby, when you walk that way. Watch your honey drip, can’t keep away.” Me pellizco, miro a mi alrededor y veo ojos vidriosos y puños en alto. Plant aprovechó para soltar algún chiste sobre Page llamándolo en español, con todo el acento que os podáis imaginar, “Jaime perro negro”. Podría acabarse ahora el concierto, al tercer tema, y yo ya me iría contento pero no, sigan leyendo que la cosa seguía. Había visto set lists de la anterior gira y sabía, cosa lógica por otra parte, que siempre soltaba dos o tres coplas de Led Zeppelin, aquí ya había soltado toda la artillería con este “Black Dog” pero fue sólo el comienzo, luego vendrían seis más.

Con el respetable sacando bandera blanca, sin tiempo a reaccionar, sin saber como asimilar aquel perro negro y tras “Slow Dancer” (creo, que yo iba sin libreta) “Going To California”… “GOING TO CALIFORNIA” (esto lo escribo a voz en grito) nos llega con otro apretón al corazón. Una interpretación de lujo, demostrando que su voz esta como, casi, en los mejores tiempos. Lágrimas mejilla abajo, piel de gallina. Vuelvo a cerrar las ojos y me elevo, me hago mejor persona y hago las paces conmigo y con el mundo. A partir de aquí no me pidan orden ni conciencia, despegar fue fácil pero aterrizar todavía no lo he hecho.

“Friends” del todopoderoso tercer disco, sonó tras “Freedom Fries”, otra maravilla del ya clásico “Mighty Rearranger”, y pilló al personal o despistado o todavía volando hacia California pero “Gallows Pole”, soberbia, volvió a dejarnos en estado de shock. “¿Bastante?” Dijo Plant en con su macarrónico acento. Repitió tanto ese “bastante” a lo largo del concierto que pensé por un momento que se iba arrancar con el “Can´t Get Enough” de Bad Company (esto es un chiste, pero realmente lo pensé, o mejor dicho lo pensó un amigo y me lo dijo). ¿Bastante? Bueno, sí y no. A estas alturas, pedirle más a la vida ya iba a ser avaricia pero, la vida es generosa y así, como el que no quiere le cosa, nos metimos entre pecho y espalda un “Babe, I´m Gonna Leave You” que me perdonen si me repito con lo de las lágrimas y los pelos de punta pero… ¿Qué les digo yo cuando Robert Plant te está cantando “Babe, I´m Gonna Leave You” en tu cara? Fue como cuando te mueres y pasa toda vida por delante, pues igual pero sin morirte.

El tema de los bises es algo, y aquí hablo de todos los grupos y solistas, tan preparado y tan falto de sorpresa, que ha perdido la gracia. Así cuando Plant nos dijo que se iba y esas cosas, todo el mundo sabía que no tardaría mucho en volver… y así fue. “The Enchanter”, otra del “Mighty Rearranger”, se nos hizo, a los que ya andábamos en pleno viaje vital algo cansina pero nada que no se arreglara con un, ¡madre mía! “Whole Lotta Love” endurecido y enfurecido que nos hizo saltar hasta al del puesto de los bocadillos. Estratosférico es poco, sublime se queda corto así que no busco más adjetivos. “Whole Lotta Love” sonó como si el mismísimo Dios hubiera bajado a tocarlo para nosotros. Con un “Hoochie Coochie Man” en la parte central (más otra que creo que fue “My Train Fare Home” aunque no estoy seguro) “Whole Lotta Love” fue, con permiso de “Babe, I´m Gonna Leave You” lo mejor de un concierto sobresaliente que tardaré mucho en asimilar.

Texto: Pedro Salinas “Pears”

Fotos: Mr. Joint