THE CULT – Sábado 30 de junio de 2007, sala La Riviera (Madrid)

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Volvía la mítica banda inglesa a pisar Madrid un año y unos días después de su última aparición, justo en el mismo local. La Riviera, enclavada al lado de las obras de la M30 y del renacido río Manzanares (durante las obras de la M30 estuvo desaparecido), es uno de los dos locales de medio aforo que quedan en la capital. Unos lo odian, a otros les encanta; yo me uno a este último grupo. Simplemente siempre he disfrutado allí, por lo que espero que sigan programando conciertos allí. Lo que inicialmente iba a ser un par de bolos por nuestra tierra con los conciertos de Valencia y Madrid, se vio ampliado a una gira completa con la suma de Granada (finalmente suspendido sin dar la organización, BR Music, ningún tipo de explicación) y Barcelona. El de Madrid fue el sábado, día perfecto para ir a ver un, a priori, buen concierto. Digo a priori, puesto que el año pasado se marcaron un conciertazo. Voy a hacer muchas referencias al del año pasado, por la cercanía en el tiempo y porque curiosamente, continúan con la misma gira “A Return To Wild”. Ciertamente estos chicos se piensan mucho sus regresos, puesto que es la enésima reunión.

El concierto estaba previsto para las 10:30 y la apertura de puertas a las 9:00. Nosotros llegamos a la sala sobre las 8:30 y la sorpresa inicial es que la gente estaba entrando ya. Bueno, a pesar de eso, pillamos un sitio bastante interesante, en tercera fila un poco desplazados de la posición de Billy Duffy. Empezamos la espera, abasteciéndonos de la cara cerveza que venden en este local, y que hace honor a su color, puesto que te cuesta como el oro. Técnicos de sonido probando, el tiempo pasando y, un hecho que me hizo flipar y me molestó muchísimo porque si bien empezar una hora tarde como el año pasado fue un mal detalle de la banda, ¡¡esta vez empezaron casi media hora antes!! Al principio incredulidad y después pensando en la gente que no habría llegado aún, ya digo, una putada. Un cero al promotor y a la banda en esto. 

Pero bueno, allí estaban, Ian Astbury a la voz, Billy Duffy a la guitarra, Chris Wyse al bajo, Joey Tempesta a la batería y Mike Dimkitch a la rítmica; la misma formación de la pasada visita. La gente se estaba calentando mucho viendo como Duffy agarraba su su Gretsch blanca, “Lil´Devil” estaba al caer. Pero no, empezó tocando un arpegio de entrada, caras de incredulidad, ¿cuál es esta?, joder no me suena, arranca la canción y ¡hostias no puede ser! ¡“Horse Nation”! La verdad es que no es la mejor canción para abrir, pero fue una sorpresa que empezaran con este tema que no suelen tocar y que pertenece a su primer disco como The Cult. Las caras de la gente de las primeras filas eran un poema, y salvo unos veinte fanáticos, no se la conocían mucho. 

La canción acabó entre aplausos y atacaron con “Nirvana”, que aunque más conocida de su álbum “Love”, seguía sin levantar la sala, y eso que en directo la hacen mucho más dura. Algo pasaba y la peña se estaba dando cuenta. Duffy tenía problemas con su sonido y Astbury, ¿qué coño le pasaba a Astbury? El tío estaba frío como el hielo. Apareció con su camisa militar y sus gafas de sol (que no se quitó en todo el concierto), agarró el pie de micro y de ahí no se movió en toda la noche. Y naturalmente no se dirigió en ningún momento a su compañero de aventuras. ¿Vuelta a las andadas? El año pasado todo era colegueo entre ellos. ¿Vuelven a estar mal o realmente lo extraño era el comportamiento del año pasado? Hay que alabar el comportamiento del guitarra, que una vez solucionados sus problemas con su instrumento, se echó encima la responsabilidad de comunicar de vez en cuando con la gente. Y eso que se ve que no está nada cómodo con ello. El resto de la banda les miraban de vez en cuando y desde luego no se atrevieron a decir palabra. Musicalmente cumplieron a la perfección y destaca del resto el batería, que con un kit bastante pequeño, pega realmente duro. El sonido al principio fue un poco difuso y desde nuestro lateral no se oía demasiado bien la batería, aunque a mitad del concierto los golpes de Tempesta comenzaron a llegar más claros. 

Las siguientes canciones fueron “Spiritwalker” y otra sorpresa más, “Electric Ocean”, esa copla tan Rockabilly, pero muy, muy buena en directo. La siguiente hizo estallar a La Riviera (llena hasta donde me alcanzaba la vista, pero con un lleno “esponjoso”, no nos vimos aplastados en ningún momento), el arpegio inicial de “Fire Woman” de su imprescindible “Sonic Temple” nos hizo botar, gritar, hacer cuernos. Astbury estaba cantando muy bien (aunque seguía en su mundo), y Duffy, qué decir, es un artista de la pentatónica de blues. No va más allá (armado esta vez con una preciosa Les Paul de color madera claro), pero toca con una maestría, energía y sentimiento que te hace despegar los pies del suelo. Para mí un “Guitar Hero” de los de Hard Rock de toda la vida. 

Parecía que gastaban uno de sus mejores cartuchos muy pronto. Es posible, pero con ese arsenal de temas de sus siete discos de estudio, la verdad es que juegan sobre seguro. Después del “Fuego” tocaron dos temas más desconocidos. Normal, no están publicados en estudio, sino en recopilatorios. De todas formas no les resta meritos pues “In The Clouds” es un trallazo tanto en estudio como en vivo y “The Witch”, hipnótica a más no poder, con ese juego entre rock/industrial/psicodelia. Mucha caña, mucha. Siguieron con “Wonderland”, ese pedazo de blues eléctrico. Impresionante Duffy con la solista, respondiendo a los pasajes vocales de Astbury, con la mejor distorsión hard rock que he oído nunca. ¡Cómo ruge esa “Paula”! 

Nos paramos un poco, que viene la parte acústica, en la que solos, con dos taburetes en el centro, se sientan estos “Enemigos Íntimos”, parafraseando a Sabina. Están cerca físicamente, pero aunque Duffy intenta romper el hielo con su compañero e incluso pedirá aplausos para él, Ian, pasa totalmente. Variaron con respecto al año pasado y nos dejaron otras dos sorpresas con “Star” del disco homónimo y “Revolution” del “Love”, acompañados esta vez por Dimkitch. Es de agradecer que incluyan temas modificados o que no toquen habitualmente. De hecho “Star”, no recuerdo si la tocaban siquiera en la gira del “The Cult”. 

Vuelta al plano eléctrico, nos deleitan con la refrescante “Rain”, y eso que estábamos empapados en sudor. Tras ésta Ian nos informa que van a tocar una canción nueva (por los foros el título que se baraja es “I Assassin”), de su próximo disco, “Born Into This” con Roadrunner Records, grabado recientemente en Inglaterra y que publicarán en septiembre. Nuevo disco, posible gira mundial… ¿Pasará igual que con el último?, ¿se verá Ian tentado de abandonar de nuevo por los reunidos Raiders Of The Storm/The Doors? Lo veremos, dijo un incrédulo. El tema sigue la línea de los de “Beyond The Good And Evil”, un riff principal muy duro y unos estribillos muy melódicos. Muy The Cult. Si sabes hacer algo bien, por qué te vas a complicar la vida pareciéndote a otros. 

Lo siguiente en caer fueron una tripleta, “The Phoenix” (durísima en directo, con ese Wah-Wah impresionante), “Raise”, de su último trabajo en estudio (para mi gusto hay mejores canciones que ésta en él), y por fin, abriendo la parte final, “Wild Flower”. Si hay un disco que conecta con los fans de The Cult es el “Electric”, y esta copla entra como el agua. Riviera patas arriba de nuevo. Los amigos se retiran para un breve descanso, no llevan mucho tocando, aproximadamente una hora y veinte, pero intuyo que no queda mucho. 

Al volver mis sospechas quedan al descubierto, “Love Removal Machine” empieza a sonar y el descontrol es absoluto. Ésta es la canción en la que más se luce Duffy, sobre todo en el solo de la parte final. Lo vive, no deja de mover la cabeza y joder qué sonido saca de esa guitarra rockabilly de toda la vida que es la Gretsch. La leche. 

Pensaba, queda una, siempre terminan con “She Sells…”. Sorpresaza al canto, “Eddie”. Aunque el año pasado la tocaban en la parte acústica, esta vez fue en eléctrica. Difícil calcarla a la grabada en estudio, pues tiene mucha parte de cuerda clásica, pero es una pasada escuchar una de tus canciones favoritas, digamos, por primera vez. 

Tras ésta, ahora sí, empezó a sonar “She Sells Sanctuary” y, aunque disfrutando, le dije a mi colega “tío, esto se acaba”. Para mi gusto, no es la mejor para acabar, pero conserva su encanto. Una hora y cuarenta, no mucho pero muy intenso. 

Al finalizar, Ian (aún en su mundo), se piró sin decir ni pío y dejó a Billy el duro trabajo de lidiar con la despedida. Tempesta lanzó unas baquetas y el técnico de guitarra de Billy (al que se le entregó una tarta y se le cantó cumpleaños feliz, durante el tramo final), lanzó las cuatro púas que Duffy tenía en el pie de micro. Nada que ver con el año pasado, que él lanzó decenas de púas, Ian tiró una espléndida pandereta y, hasta dos balones conmemorativos del mundial lanzaron. En fin fue hace un año. 

Para resumir y desde mi punto de vista de fan de los Cult, buen concierto, que hubiera sido impresionante si Astbury hubiera olvidado su pose vocal (muy buena voz) de funcionario. 

Este es el sino de The Cult. Dos genios que parece que no se soportan, pero que consiguen una química que otros con mejor rollo son incapaces siquiera de soñar. A las misas de este “Culto” me apunto las veces que haga falta.

Texto y fotos: jfzepp