DIOS SALVE A LA REINA – Miércoles 12 de septiembre de 2007, Plaza de Santo Domingo (Guadalajara)

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Si se hiciera un sondeo para saber qué grupo de Rock es considerado el mejor de la historia, es muy posible que el nombre de Queen estuviera en primer lugar por su larga trayectoria, su extensa discografía plagada de grandísimas canciones y su más que competente directo, ampliamente recordado por la edición de varios DVDs. Su desaparición por la traumática muerte de su líder han creado una necesidad imperiosa de revivir la “experiencia Queen” de las más diversas formas, desde una obra teatral (“We Will Rock You”) a una gira con algunos de sus miembros originales (“Queen + Paul Rodgers”) pasando por conciertos de grupos tributo (caso de los españoles Momo). En esta web le hemos ido dando cobertura a todo ello, y sólo tenéis que bucear un poco en nuestros archivos para revivirlo.

Hace pocos días conocimos, por medio de nuestro Foro de Debate, de la existencia de otro grupo tributo a la extinguida banda británica. Se trata de los argentinos “Dios Salve a la Reina”, que por medio de su web nos demostraban que su pasión por Queen les ha llevado a cuidar al máximo todos los detalles, tanto musicales como visuales. Este verano están de gira por nuestro país, así que sólo era cuestión de elegir el momento idóneo para ir a verlos.

El día elegido fue el pasado 12 de septiembre, en un concierto gratuito ofrecido por el Ayuntamiento de Guadalajara con motivo de sus fiestas patronales. El concierto iba a tener lugar en la céntrica Plaza de Santo Domingo, donde se había instalado un más que digno escenario cubierto, en donde ya estaba dispuesto todo el backline del grupo y donde, a una hora del comienzo del concierto, los propios músicos se encontraban haciendo la prueba de sonido, así que nos fuimos a llenar el estómago a un (no tan) cercano bar, a la espera de la hora anunciada para el comienzo (22:00 h.)

Con 20 minutos de retraso sobre el horario previsto, las luces se apagaron y los músicos salieron tranquilamente a escena. La imagen está trabajadísima, cuidando hasta el más mínimo detalle para transportarnos visualmente a un concierto real de Queen. Pablo Padín (voz y piano), Francisco Calgaro (guitarra, coros y teclados), Matías Albornoz (batería y coros) y Ezequiel Tibaldo (bajo), ataviados como Freddy Mercury, Brian May, Roger Taylor y John Deacon hasta el más mínimo detalle, con bastante éxito, tanto en vestuario como en peinados y, por supuesto, con los mismos instrumentos que hemos visto en todos los vídeos de Queen. Como curiosidades, el pelo tenido de rubio de Matías Albornoz (Roger Taylor) contrastaba bruscamente con su tez muy morena, y la peluca de Francisco Calgary (Brian May), que parecía sacada del Tren de la Bruja. El mejor caracterizado, sin duda, es Pablo Padín (Freddy Mercury). Vestuario calcado, exacto corte de pelo, mismo bigote… hasta físicamente se parecen (con la dentadura más moderada, eso sí).

Tanto las canciones elegidas como los arreglos para el directo estaban fielmente sacados de cualquier DVD del Queen de los ’80, así que si has visto alguno de ellos (te recomiendo el de Wembley, si no lo tienes ya), sabrás a lo que me refiero en cada párrafo de esta reseña.

Así, el concierto se abrió con “One Vision”, con el que ya pudimos hacernos una idea de lo que íbamos a ver. El grupo suena bien, ha trabajado duramente para ofrecernos una actuación lo más fiel posible a Queen. Pablo Padín se ha debido estudiar hasta la saciedad cada movimiento en escena de Freddy Mercury, porque no hay ni un gesto en todo el concierto que no esté sacado del fallecido cantante. Realmente impresionante.

Termina el tema y Pablo se dirige a nosotros… en inglés, tanta es su preocupación por emular a Queen. Afortunadamente, mediado el concierto ya se dirigía a nosotros en castellano, que hablar en guiri entre argentinos y españoles queda bastante ridículo. El caso es que la siguiente en caer fue la rockera “Tie Your Mother Down”, durante la que me dediqué a observar el nivel técnico de los componentes del grupo. En general todos cumplen bien. La voz tiene un timbre asombrosamente parecido al de Freddy Mercury, algo que acentúa la buena sensación que teníamos. Sin embargo, Pablo Padín tenía verdaderos problemas para llegar a los tonos más altos, algo que intentaba disimular de la mejor forma posible, ayudado por los coros del guitarrista Francisco Calgary. Hablando de Francisco “May” Calgary”, le pasa algo parecido, imita con bastante acierto tanto las poses como la forma de tocar de Brian May, incluso con su técnica dactilar, pero se le acumulan los problemas al llegar los solos más complicados. Aún así, ambos cumplen bien su papel. El que nos gustó especialmente fue el batería Matías Albornoz, con una gran técnica y pegada. Tanto es así que me atrevería a decir que es mejor que el mismísimo Roger Taylor de su mejor época. Un 10 para él.

Emulando de nuevo al gran Freddy Mercury, Pablo Padín se sentó al piano en un lateral del escenario para ofrecernos un excelente “Somebody To Love”. Siguieron con “I Want To Break Free” y “Under Pressure”, con buena labor del bajista Ezequiel Tibaldo, y en el que Pablo sufrió algunos problemas vocales que impidieron que el tema sonase redondo, y en el que algunas gotas empezaron a caer sobre nosotros, presagiando lluvia. Una lluvia que apretó de lo lindo en “I Want It All”, pero que no hizo que dejáramos de disfrutar del concierto. Este tema constituía una prueba de fuego para Francisco Calgary, ya que su parte central contiene un trepidante solo de guitarra que no iba a ser fácil de ejecutar. Lamentablemente, no dio la medida requerida y esta parte intermedia quedó bastante desangelada.

El problema de un grupo de versiones es que las comparaciones del original son inevitables. Y cuando la imagen visual está tan lograda, aún más. Y claro, estos cuatro músicos NO son Queen. A pesar de sus esfuerzos, les falta la calidad y el “duende” de los originales. Pero conseguir el nivel para compararles así con ellos ya es un triunfo en sí. De hecho el siguiente tema, “Who Wants To Live Forever” consiguió el sentimiento que exige la emotiva canción, algo que le faltó a la rockera “Now I’m Here”, sin conseguir la respuesta deseada del público, a pesar de la excelente labor del batería Matías “Taylor” Albornoz, que demostraba continuamente su buen hacer tras los tambores, mientras que el bajista Ezequiel Tibaldo, seguía con su labor eficaz, muy en su sitio.

Por primera vez salían unas acústicas a escena para, en el estudiado dueto de todos conocido, dar paso a uno de los temas más tiernos de Queen: “Love Of My Life”, que, sin sonar redonda al 100%, levantó las esperadas emociones. Tras ella llegó a la parte del repertorio basada en la época más discotequera de Queen, que hizo felices a los seguidores más poppies de la reina, con resultado irregular, ya que mientras “Another One Bite The Dust” sonó bastante contundente, el caótico inicio de “Radio Ga-Ga” destrozó buena parte de la canción, en la que la guitarra de Francisco “May” Calgary nunca terminó de encontrarse.

Tras ella, el bajista Ezequiel Tibaldo se dirigió al público, agradeciendo al Ayuntamiento haberles traído desde tan lejos, y sobre todo agradeciendo al público su apoyo bajo la lluvia que estaba ya remitiendo. Anunció dos temas más antes de acabar el concierto. El siguiente tema palió el desaguisado anterior. Con una guitarra acústica colgada del cuello, Pablo “Mercury” Padín estuvo muy acertado en “Crazy Litte Thing Called Love”, tras el cual se sentó al piano para comenzar la que en mi opinión es la mejor canción jamás compuesta: “Bohemian Rhapsody”. Nunca me cansaré de escucharla. La parte de la opereta central no estaba pregrabada, sino que fue cantada por el grupo. Dentro de la extrema dificultad (imposibilidad, diría yo), de hacerlo con sólo 4 voces, no les quedó mal del todo. (eso sí, mi mente no dejaba de recordar el impresionante coro del musical “We Will Rock You”, pero eso es otra historia…). El solo posterior a la opereta quedó algo deslucido, pero en general quedamos muy satisfechos de la versión que nos habían ofrecido, tras la cual se despidieron para, casi a renglón seguido y con los vítores del público, volver a ofrecernos el bis previsto.

Y este bis, como en cada concierto de Queen de la última época, constó de “We Will Rock You”, en el que Pablo “Mercury” Padín apareció con una bandera doble. En este caso, de forma coherente dado el origen del grupo, no aparecía la “Union Jack” británica, la bandera era argentina por un lado y española por otro. El bis siguió con el consabido medley con la mitad de “Friends Will Be Friends” y “We Are The Champions”. Al final, como mandan los cánones, Pablo “Mercury” Padín apareció ataviado con la gran corona y la larga capa que caracterizaba al gran Freddy al final de sus conciertos.

Gran despedida, muchos aplausos y el grupo que desaparece del escenario. Se encienden las luces, y esto parece que ha acabado… pero no. La insistencia del respetable hace que los músicos vuelvan a aparecer, con la sensación de que no se lo esperaban, para darnos una más. A fin de cuentas, ya ha dejado de llover y la gente está encantada, así que nos regalan una muy buena versión de “Don’t Stop Me Now”, que nos deja a todos con un gran sabor de boca, tanto que a pesar de que el grupo se vuelve a ir, los vítores hacen que se miren entre ellos, bastante sorprendidos, y decidan volver a colgarse los instrumentos para despedirse definitivamente con “Hammer To Fall”, con la que, ahora sí, desaparecieron para no volver, a pesar de la insistencia del público. Luces encendidas y una versión desconocida para nosotros del “God Save The Queen” de Sex Pistols que salía por los altavoces fue suficiente para convencernos de que aquello había terminado.

Dios Salve a la Reina no son Queen, pero a día de hoy es una excelente oportunidad de, con un poco de buena voluntad, revivir una parte imborrable de la historia del Rock. Desde luego, el esfuerzo de estos cuatro músicos argentinos por lograrlo es digno de elogio. Mi más sincera enhorabuena.

Texto y fotos: Shan Tee