Editorial Julio 2006: “The New Generation y el Barco de Chanquete”

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Semanas atrás se quejaba amargamente una revista de tirada nacional, de la falta de apoyo que reciben los grupos noveles y del enquistamiento de los fans en los grupos clásicos o ya consagrados en detrimento de las bandas nuevas. Desde luego no le faltaba razón, aunque curiosamente esa misma revista se caracteriza por sacar siempre en sus portadas a grupos de la edad de mi padre. Personalmente, y parafraseando al sempiterno Molina, pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero eso es sólo una opinión personal y no tengo porque tener razón, ni pienso enfrascarme en un absurdo debate sobre ello. Una cosa está clara, siempre saldrán grupos y discos interesantes, dignos de ser apoyados y estoy seguro que el tiempo irá dejando a cada uno en su sitio. Al igual que ahora grupos salidos hace quince años ya empiezan a ser considerados clásicos, dentro de otros quince habrá nuevos socios en ese selecto club de los pata negra, eso seguro. Quizás hoy en día falte algún tipo de movimiento rompedor como en su día fue la NWOBHM o el Grunge venido de Seattle o simplemente es que estamos saturados (hoy en día hay más grupos por metro cuadrado que nunca en la historia). Sea como fuere y piense cada uno lo que piense, yo no voy a perder ni un minuto de mi vida mirando si un buen disco es de un grupo nuevo, viejo, clásico o lo que sea. Me parece absurdo mirar el carnet de identidad a la hora de disfrutar de la música. Si es un disco debut de unos chavales recién salidos del instituto o el vigésimo quinto de una vieja gloria buscando fondos para el colágeno y el botox, si son de Bobadilla o de Wisconsin o si cantan en la lengua de la pérfida albión o en román paladino. Sólo me interesa si es bueno malo, si me gusta o no me gusta.

Y es que a algunos les da la manía de hacer corporativismo barato, de estar todo el día con la manida frase del dichoso barco. Y mire usted, que a mí me parece muy bien pero que yo no he cogido un remo en mi vida ni veo por ningún lado el tan famoso barco que se hunde. Es más, estoy seguro que el Rock, como la vida, se abrirá paso sin problemas cuando todas las bandas clásicas se jubilen (que a algunos ya se les pasa el arroz) y dentro de diez años, o de veinte o de los que sean, seguirá habiendo buena música que echarse al coleto. Desde luego nosotros seguiremos a lo nuestro, sin preguntar, yendo a conciertos de gente carne de geriátrico como BB King o a festivales cómo el Grande Rock, donde se juntarán un buen puñado de buenas bandas que intentan buscarse un hueco y reseñando desde discos grabados hace más de veinte años como el de Leño a la primera maqueta de cualquier grupo que se graba el segundo ensayo. Del “todos vamos en el mismo barco”, “nuestro rollo” y demás gaitas que se preocupen los que vivan de ello y no me refiero a los músicos precisamente.

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