A veces nos complicamos demasiado la vida para disfrutar de la música. A todos nos gustan los grandes instrumentistas, las voces potentes y los temas trabajados al detalle. Es parte del rock y esta complejidad es intrínseca a un estilo desarrollado a lo largo de los años.
Pero el rock también es simpleza, temas directos y divertidos para los que no hace falta tanto trabajo ni tanta complejidad. Y si está bien hecho, puede llegarnos de igual forma y divertirnos, que al fin y al cabo es de lo que se trata.
The Notthingham Prisas entiende el rock de esta última forma. Quienes busquen temas complejos, virtuosismo instrumental o una voz poderosa, están perdiendo el tiempo con este grupo. Aquí tenemos rock simple, cercano al rock urbano aunque sin la agresividad de éste.
Los temas se suceden con buen gusto y pocas complicaciones, dejándose escuchar con calma y sin estridencias. Las influencias de Marea son tan evidentes como innegables. En mayor o menor medida se intuye la sombra de los navarros, aunque estas “Canciones perdidas” son más relajadas.
La voz de Pedro Morcillo se adapta bien a esta temática. De limitadas facultades, tendría problemas para cantar temas más exigentes. Sin embargo, en el estilo de The Nottingham Prisas se mueve como pez en el agua, muy cercano a la mayoría de cantantes de rock urbano, aunque sin el furor habitual en los vocalistas de ese estilo. David García es el guitarra solista, quien tiene intervenciones breves, alejado de la función de guitar-hero. El grupo lo completan José Antonio Lanero (guitarra rítmica y coros), Domingo García (bajo y coros) y Paco Solano (batería), quienes cumplen su función con acierto.
El disco es ameno. Estamos ante una colección de canciones interesantes, con buenas letras y con las que se pasa un buen rato. Sin atisbos de agresividad, los temas son frescos y generan buen humor. Comienza con dos buenos temas como “Pacto” y “Pertrechando a sus demonios”, que marcan el camino a seguir en una misma línea hasta llegar a la balada, “Piel a piel”, que marca un cambio de tendencia.
El final del disco permite asomar influencias de AC/DC, incluyendo un punto más endurecido a “Soñar sin ti” y, sobre todo, “Canciones perdidas”, que además de dar nombre al disco se muestra como el tema más claramente rockero de este trabajo.
Un disco interesante para escuchar tranquilamente y de buen rollo. Toda una virtud.
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Santi Fernández «Shan Tee»