Editorial Septiembre 2015: “Demasiado viejos para el rock and roll”

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editorial_septiembre_2015Últimamente he estado escuchando bastante blues. Siempre ha sido un estilo que me ha gustado mucho, tanto por el sentimiento que despliega como por lo abierto que resulta a las improvisaciones y desarrollos instrumentales. De todos es sabida su influencia en la historia de la música, siendo uno de los padres reconocidos del rock.

Durante este verano he tenido la oportunidad de ver en directo a Javier Vargas, en un concierto al que invitó a participar a Susan Santos y a Kiko García, algunos de los mejores exponentes del blues nacional. También he escuchado, analizado y comentado para esta web el último disco de Jorge Salán, un trabajo de versiones de clásicos del blues. Y, animado por todo esto, he rescatado algunos de los discos de la etapa blusera que hizo el fallecido Gary Moore.

Dejando aparte los gustos personales y las preferencias entre el blues y el rock, estilos con elementos tanto comunes como dispares, me llama poderosamente la atención la diferencia de consideración que provocan ambos estilos, tanto en sus seguidores como en personas ajenas al estilo.

El blues es respetado por todos. Considerado un estilo de “entendidos”, goza de un prestigio elevado. Son muchos los artistas de las tendencias más variadas que en alguna ocasión insertan algún blues en su repertorio, normalmente con muy buena aceptación. Además, trata a sus músicos más clásicos y longevos como auténticas leyendas. Músicos de blues que son verdaderos ancianos tienen el mayor de los respetos y admiración por parte de los aficionados.

En el rock esto no pasa. Son muy habituales los comentarios despectivos sobre la edad de los músicos de rock: “Éste ya está acabado”, “Con los años que tiene es normal que ya no rinda”, “se tenía que retirar ya”, son frases frecuentes a la hora de referirse a músicos veteranos. Parece que lo de “demasiado viejo para el rock and roll” es algo aceptado y asumido por mucha gente, no sólo ajenos a nuestro mundillo sino también por parte de los aficionados al rock.

Si bien el rock nació como un movimiento rebelde y juvenil, hace mucho tiempo que es un estilo asentado, que ha evolucionado en multitud de direcciones y que siempre ha exigido mucha dedicación, mucho estudio y muchas horas de práctica que añadir al talento natural de cada músico. Si vemos la edad media de los grupos, tanto nacionales como foráneos, así como del público asistente a los conciertos, nos damos cuenta de que el rock dejó hace mucho tiempo de ser música juvenil para ser MÚSICA, tan respetable como cualquier otro estilo.

Por supuesto, con la madurez un músico pierde energía para ganar en experiencia. Es ley de vida. Pero este cambio no tiene que ser a peor, sino que permite disfrutar de otra forma de la evolución de los grupos.

Bienvenidos sean los grupos nuevos. La regeneración en el rock es vital para que el estilo se mantenga y evolucione. Pero respetemos a quienes llevan toda la vida en esto, a los músicos que se han hecho mayores sobre un escenario, o a quienes los avatares de la vida les han hecho apartarse de la actividad musical y en su madurez tienen la oportunidad de volver a disfrutar y a hacernos disfrutar con su música.

Santi Fernández «Shan Tee»